Música clásica : escucha pulsar el suave violín...
Sólo te dejas llevar, te dejas adormecer: entras en una atmósfera de lienzos flotantes.
Ve mover las cuentas de un rústico ábaco oriental. Alcanzas divisar entre las rocas oscuras de un cauce vertical, las espumosas aguas que bajan de cimas infinitas.
Busca en los azules humos, brunas nubes de un atardecer viajero en lontananza rumbo al principio nocherniego. En adagio caen las gotas breves, las acuíferas micro-perillas con lentitud sobre el arroyo, creando ondas en círculos concéntricos expansivos hasta el desgaste.
Entonces la melodía y las cadencias callan, los instrumentos se apagan, pero fluía en silencio un hilo imperceptible de notas veladas y lejanas. Abrióse un silencio sugeridor de bosque en crepúsculo y le siguió un abismo como un salto al vacío y el delgado murmullo silente perceptible sólo en la imaginación de una hondura espacial, con emergentes estrellas cromáticas : violetas, púrpuras, azules, verdosas, flotando en un espacio líquido y oscuro. Dentro de un sonido pulcro con un destino inercial en órbita elíptica en un espacio de sueño.
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