El antropólogo puertorriqueño
Don Ricardo Alegría
nos refiere, que unas mujeres taínas
raptadas por aborígenes caribes,
fueron liberadas por Cristóbal Colón
en su paso por ciertas islitas caribeñas.
Pero cuando se acercaban
a la isla borincana,
alcanzaron a ver la silueta geográfica,
y sin poder resistir la tentación
se lanzaron al mar y, braceando
sin descanso, llegaron a su destino
anhelado.
Una tenista boricua
ha emulado aquel arrojo.
Acezante por las canchas de Francia,
de Italia y Turquía.
Llega a Australia
en dura competencia calificadora;
al Brisbane International, arriba
con los honores de su "ranking".
124 número mundial,
que recordará siempre
como un souvenir emblemático.
La puertorriqueña Mónica Puig Marchand,
enciende luz a la estrella
de la enseña boricua
y ofrece a la gente del patio,
una fosforescente bola en llamas
y una ovalada raqueta de hilos de oro.
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