La única razón que tienen los economistas al defender las acciones de los gobernantes, para asegurar los pagos prestatarios, es constatar el elevado aumento del capital de los bancos internacionales.
Cuando los bancos mundiales engrosan su tesoro, lo invierten en lo que resultará el verdadero y último de los efectos detrimentales : la opresión y desarrollo de la miseria colectiva de los pueblos azotados y flagelados.
Puerto Rico no ha comenzado a incorporarse de un gobierno que arrasó su frágil caja de activos, e hizo trizas otros aspectos de su fortaleza económica, social y cultural-- postergó y olvidó la gestión de traer los sagrados fósiles del prócer Ramón Power y Giralt a su patria-- sino que comenzando una nueva decisión electoral, el nuevo gobernante arrambla derechos fundamentales adquiridos cuyos daños nos hundirán en el desasosiego, la desolación y la ruina de cada hogar en el país.
Victoriosas resultan las grandes empresas bancarias foráneas. Mientras que nuestra gente quedarán sin despensa y huérfanas de apoyo para su vida en el retiro.
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