Mis ojos te buscan apasionadamente,
los tuyos no me miran.
Cuántas miradas pugnan
en diferentes mundos
y en distintas épocas.
Unas que asechan y persiguen,
otras que furtivamente se pierden
entre celajes y lejanías.
Pero ha de llegar el momento,
que cual palomas en tiempo de arrullo,
se acerquen al calor de un beso.
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