Canción
Vengo de visitar,
aquel viejo mangó.
Ya nuestros nombres,
allí no se ven.
Pero su sombra fresca,
con ternura nos la da.
Porque sabe que los dos,
nos queremos de verdad.
Somos los mismos que en el pasado,
bajo las frondas del árbol viejo;
seguimos tan enamorados.
Ay, recuerdos, ay, imágenes.
Aquellos ingenuos besos.
El destino tan perverso
los desdibujó
como a nuestros nombres.
El mangó ha brotado
una triste fruta,
quizás porque le gusta,
que nos miremos otra vez.
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