Tú vas siempre solitaria y callada.
El sigilo y el silencio te acompañan.
Llevas mi verdad honda substanciada.
La fugacidad y presencia apañan.
Cuando estragado, deprimido y triste.
En tu silueta consigo consuelo.
Aunque de trazos oscuros te viste.
No importa que te arrastres por el suelo.
Eres un sordo eco de mi única alma.
Y un secreto añejo en códice egipcio
Revelado sin que suscite alarma.
Me persigues ciega y fiel como el vicio.
Me dirás adiós deforme y llorosa.
Al caer el polvo sobre la honda fosa.
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