Del poemario Esencias de los hogares
Nos visitan moscas domesticadas.
Hechas a mansedumbre del hogar.
Van ungidas de desidia al volar.
Baten las carantoñas agitadas.
Negros puntos quietos, tranquilizadas.
Soñadoras imágenes de altar.
Diminutos ángeles de cristal.
Sobre flores y floreros posadas.
Algunas llegan, por fin, allí están.
En los platos con olor a pescado,
no curiosean ni zumban, menos van.
Silentes, obscuras, de rumbo alado.
A veces, una hábil grande, un patán.
Irrumpe el ambiente pulcro, adorado.
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