Lares 1948
Un niño de diez años, junto al tamarindo sagrado, miraba ensimismado a las golondrinas revolotear y lanzarse en picadas y volver a enfilar hacia lo alto dibujando círculos concéntricos. Volaban por instantes haciendo equilibrio en el espacio y se lanzaban raudas a ras de la calle frente a la vieja plaza. Le entretenía ver cómo aparecían tantas a sobrevolar la bóveda de la iglesia en el instante en que sonaban los tañidos de las campanas, temblorosos y claros como sonidos de cristal. Mientras más golpes broncíneos estallaba el badajo de aquellas antiguas campanas, tanto más golondrinas tupían el espacio alrededor del campanario. Aquello era el rito de las golondrinas. El sueño de las golondrinas es volar y jugar. El pelícano vuela, pero es persistente en la búsqueda del pez.Los mozambiques son glotones aunque muy diestros planeadores. El pitirre es enamorado de otear el paisaje, pero se la pasa en el ápice de la palma real y los alambres eléctricos. En cambio las golondrinas vuelan y juegan, pero no comen. ¿ quién ha visto a las golondrinas picando bocaditos sobre alguna golosina ? Es el ave asceta del espacio.
Los sacerdotes hastiados de la penetración de bandadas de golondrinas en el el interior del templo, adaptaron un enorme velo de muselina a la puerta principal de la nave delantera de la iglesia.
Un hombre se acercó al niño y, trajo en sus manos, una escoba. La blandía al aire como una graciosa bailarina de música. Al niño le saltaba el corazón de alegría, al ver las golondrinas que caían de sopetón sobre la pelusa de la escoba. Mucho tiempo agitó el hombre la escoba y las oscuras aves lanzándose como aviones japoneses sobre el objetivo. Aquel espectáculo arrancaba carcajadas al párvulo.
No es preciso saber cuándo ocurrió, pero hubo un momento en que las campanas sonoras y antiguas declinaron de doblar. Luego,las tradicionales golondrinas desaparecieron así como las de Bécquer se alejaron para siempre de aquella pareja de enamorados.
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