La brava intensidad del sol de mayo,
caía sobre el patio interior de los juegos.
Descuidé de la clase, el libro bayo.
Cayeron sobre mí rayos y fuego.
A la maestra le entregaron mi texto.
Ignoraba eso, busqué otro cualquiera.
Ante ella y acusado arguí ese pretexto.
El escarnio mío, mejor morir fuera.
En el arroyo de la memoria mía,
se refleja aquel escarnecimiento.
Mi recuerdo, a veces, toca la agonía.
El dolor purifica el sentimiento.
Yo caminé entonces por la justeza,
la paz, el amor y la entereza.
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