Casada era aquella mujer hermosa.
Lucía bequeriana ajorca de luces.
En su mano una cerveza: la diosa
en cuello ostentaba oro de dos cruces.
Ojos verdes : fulgor, premonición.
Una cruz, para mí, presagio de oro.
Hechizo, pecado, condenación.
Y las lágrimas del eterno lloro.
Símbolo de llamas, lumbre, el amor.
Nostalgia, rememoración, miseria;
sufrido en valentía, dulce dolor.
Mujer aquélla, agoguera y tan seria.
País lejano, indiferente emigró.
En sueños nos besamos ella y yo.
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