El alma es el hálito de la vida. Comprende unos integrantes que le dan composición y generalidad : son la conciencia, el pensamiento y la mente. Pero se le puede llamar espíritu. Se encuentra establecida en el cerebro. vive en nuestro cuerpo, gracia a la sangre y al oxígeno. Cuando estos elementos se trastornan, el alma muere.
Para la razón cuando ella se enerva y se torna inerte, desaparece sin que se pueda registrar rastro de su identidad.
Para la fe, el alma pasa a una dimensión de inmortalidad.
La presencia de condiciones genéticas hereditarias y otras afecciones que impactan y deterioran las neuronas, pueden incidir en la devastación de sectores de la memoria. Cuando la experiencia de ciertas zonas de la vida desaparecen de la memoria y, no se pueden evocar, la mente que es parte del alma, estando en función vital, comienza a desmerecer parte de su existencia. El filósofo judío Spinoza dijo : " El cuerpo da existencia a la mente, la mente deja de existir cuando no están los ingredientes químicos que le dan vida ".
Don Miguel de Unamuno añadió en su tratado, Del sentimiento trágico de la vida, que
" Hallarse el espíritu limitado por la materia en que tiene que vivir y cobrar conciencia de sí, de la misma manera que está el pensamiento limitado por la palabra, que es su cuerpo social. Sin materia no hay espíritu, pero la materia hace sufrir al espíritu limitándolo".
Nosotros con profundo respeto, expresamos que no sentimos extraordinaria pena, sino el sentimiento ancestral y familiar que nos acoge en ese momento de la pérdida de un ser amado, porque según el mandato evolutivo, su espíritu ha alcanzado una libertad absoluta.
En el mundo existencial, somos unas imágenes sólidas. Nos alegramos de toparnos con esas imágenes sólidas vivas y amadas que proyectan sentimientos y afectos. Pero cuando abandonamos este mundo no nos esfumamos totalmente, sino que nos transvasamos al mundo de las imágenes evocantes. Son las imágenes que residen en las otras mentes. Somos, entonces constitutivos de los recuerdos y, los recuerdos no son otra cosa que las imágenes que se evocan.
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