Nota :
Hace unos años unos ladrones se metieron en la casa de John Freiburger, en Bettendorf, Iowa. Como no encontraron ni joyas ni dinero, sacaron el loro de su jaula y con sevicia pusieron el frágil ave a cocerse vivo en el horno.
El dolor de tu infierno, loro
sin pecado ni libertad,
abomina la humanidad
muy compungida por el lloro.
Las llamas invisibles queman
plumaje, ojos y alma, loro.
En Bettendorf, Iowa, un coro
de ángeles alados te reman
con alas blancas, a los cielos.
El ornitólogo mayor
te trae la frescura y amor
y, te cubre de suaves velos.
John Freiburger, tu amo hogareño
por ti, oración a Dios eleva.
Tu muerte duele a este lareño
estrellas verdes hoy te llueva.
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