Del libro Ciudadanos de Lares.
Había una vez un caballero,
en un lugar nada de secreto,
que visitaba el clero;
como si de Dios viniese el decreto.
Oía la Santa Misa
entre todos los feligreses,
en cuerpo de camisa.
Hablaba sin alargar las eses.
Su saludo pleno de cortesía
por las calles regalaba.
Con la sonrisa ofrecía
el alma con que amaba.
Era escritor este caballero
y, en sus cuentos nos traía
como inveterado esportillero,
una espuerta de ambrosía.
Pepé Paralitici, se recordará.
Aún sin embargo se añora
su obra se aclamará,
pero hoy todavía se llora.
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