Poema
El girasol atenuó su efluvio.
El aire se alejó de sus pétalos,
porque no tiemblan los cépalos
alrededor de su encanto.
No tocan alas en los colores,
que los tornen en cambiantes.
No se asoman caminantes
a quebrar su peciolo.
Ni la música de palabras,
engruesan las venillas
sordas y amarillas,
de muertas primaveras.
Hay paz en su esplendor,
la nube recorre el cielo,
la mirada que esconde el velo
añora lo dorado.
Hoy es el entierro del perfume,
duermen cobrizas hojas,
sobre sales que moja
la lluvia de las épocas.
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