Este hermoso poema es de la fértil imaginación de nuestro insigne escritor, Abelardo M. Díaz Alfaro.
Porque soy negro,
tal vez nadie me canta.
Y me miran como la sombra triste del paisaje.
Soy como un pétalo negro tembloroso en el viento,
o trémula llama oscura ardiendo en el ocaso.
Aunque tengo el ala sombrosa,
soy de rancio abolengo,
un real príncipe negro,
de no sé qué Oscura Casa,
Nadie se recrea en la estilización de mi cuerpo,
en mis ojos cerúleos,
en mi ala lustrada.
Soy la síntesis de la sombra,
quién sabe si la misma sombra trocada en alas.
No sé por qué me persiguen
cuando me lanzo al surco,
y busco afanoso el rojo gusanillo
o la semilla oreada.
¿Por qué me acosan los hombres?
¿Por qué huyen de mí todos los pájaros?
He llegado a pensar desde mi guardarraya
si es que existe también entre los pájaros,
esa odiada tradición de razas.
16 de enero, de 1959
Es bueno que sepamos, que Nelson Mandela ostenta en la pared de su sala, este poema en un cuadro acristalado.
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