De mi libro de estampas lareñas :" Flauta de bambú "
"La poesía tiene comunicación secreta con los sufrimientos del hombre. Hay que oír a los poetas. Es una lección de la historia " (Pablo Neruda, Para nacer he nacido, p. 186, Seix Barral, 1977).
En Lares crecieron unos árboles verdes. En tanto tomaron altura enviaron las sombras sobre acera y calle. Son los pinos de Nanín. A veces, la sombra se deshoja y corre con las miradas de las gentes a donde ellos la llevan. Estos pinos gigantes son frondas peregrinas entre follajes criollos.
Cuando el sol de occidente les alcanza, se distinguen entre sus ramas lanudas, decenas de búhos marrones. El crepúsculo con sus matices de lava encendida y violeta cristalino, pone búhos de arcilla asomados en la espesura de sus ramas. Búhos que con el viento caen estáticos e inertes al suelo convertidos en piñas de párpados duros como hojas de caracoles oscuros.
Ellos anuncian al caminante, los ligeros fríos otoñales. Al paso de las lluvias menudas se sacuden los diminutos diamantes que se precipitan al césped en gotas desvanecidas.
Los elevados tallos perforan la atmósfera y asperjan con su característico perfume de pino e incienso al dormido pueblo de Lares.
Hay noches de verano que la luna se queda a dormir entre la maraña verde de los pinos. En los cristales de la casa se mueve una luz redonda sobre una ala de sombra arbolezca.
Nota: A los pinos de Nanín, un desarrollador le dio muerte ingrata para añadir tres tristes pies a una fea carretera.
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