Poema
El pueblo que me vio criar, desapareció.
Se fueron los caminos;
aquellos caminos!
Con ellos los sectores.
También volaron los nombres:
Barrancos, Borinquen, Punta Brava,
La Sabana; El Múcaro, El Azul.
Pasaron a la inexistencia
las casas de aquellas gentes.
Unas a orillas de escalinatas,
otras alfombradas
por la soleada carretera.
La arquitectura de las nobles
edificaciones, las enajenaron
a escombro y olvido.
Otros diseños de madera,
que ofrecían delicadeza,
un birlibirloque las esfumó.
Se extinguió el olor
del sabroso cigarro de Marcelo.
También las tintineantes
tijeras de Juan Nieves.
(Parecía más un médico,
que a un barbero).
Los tiernos martillazos
bajo las pesuñas de los caballos,
acometidos por Chucho Jiménez.
Con los clavos apretados
entre sus labios.
Chucho, los hincaba
con destreza
en los cascos de las bestias.
Se apagaron con los soles
de la época.
Los juegos en las calles.
El tráfico despiadado,
volteó la hoja de la lámina.
En la memoria, aún quedan
las canicas,las camándulas
y los rojos y grises matos,
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