Lo llevaban sobre el metálico arrastre
al que acercaban hasta que las ruedas
se sumergían en las azules aguas.
el bote tocaba el mar con la quilla.
Unos hombres lo empujaban
como a una terca res.
Mirabas, atenta, la embarcación :
se me figuró un hecho de antiguedad,
César el indómito jovenzuelo romano,
conducido como reén
de corsarios del mediterráneo.
E insólito, amenazaba con la horca
a los atrevidos piratas.
Una espada de luz
destelló solitaria en algún fierro,
los dos coincidimos en rescatarla.
Éramos luces de la misma hueste.
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