El más grande comediante vivo, con que cuenta Puerto Rico, es Luis Antonio Rivera (Yoyo Boing). Este cómico depurado, está a la altura del gracioso actor Mr. Bean, de Inglaterra. Cuando Mr. Bean comenzaba a asombrar al mundo, con sus actos investido de una selecta estrategia, que pulsaba la hilaridad, Yoyo ensayaba en teatro y televisión, con soltura y habilidad histriónica, escenas que el actor británico, traería al cine más tarde. Me dicen que los ingleses son excepcionales espías. Que de Puerto Rico han substraído el Robison Crusoe, con material que estaba contenido siglos de antelación en la obra los Infortunios de Alonso Ramírez, escrito por Carlos de Sigúenza y Góngora. También, otros extractos que figuran en el relato de El Periquillo Sarniento de J. J. Fernández de Lizardi. ( Luis Alberto Sánchez, Proceso y contenido de la novela hispanoamericana, Ed., Gredos, Págs. 102-- 104, Madrid, 1953)
El pueblo de Puerto Rico, no debería de prescindir de disfrutar de una trascendental, película protagonizada po Yoyo. Que el argumento del guión haya sido altamente competitivo y sostenible, a toda prueba, de risas y comicidad con capacidad explosiva. Un guión de esta naturaleza, para una excelente película, sólo podría ser escrita por las tres mentalidades cimeras en nuestro país, con dominio probado y absoluto en el mundo de la comedia. Nos referimos a Luis Rafael Sánchez, Shorty Castro y Silverio Pérez.
La inversión que los empresarios visionarios pongan a disposición, estaría garantizada por el desempeño de los grandes talentos, tanto de actores como de escritores. Sólo habría que pagar con buena plata, esta realización cineasta.
Puerto Rico pasaría a ofrecer al orbe internacional, una película en la dimensión de la risa, que vendría a impulsar el turismo y a fortalecer la geografía de una gestión mundial de embajada. Traería el impacto de una alegría que piden a voces nuestros corazones.
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