" Al día siguiente de concluido el trabajo, empezó la lluvia, un día y otro día sin
parar ". ( Leyenda piaroa sobre el Diluvio ).
Casi siempre ocurre de medio día abajo. Cuando aún la tarde es vigorosa y el cielo se mora como un caimito. Así como se oscureció el Gólgota la tarde después del homicidio de Jesús.
La oscuridad llega a ser tan amenazadora que nos recuerda las noches álgidas en que la luz eléctrica es cortada, y el pueblo se envuelve en una dulce sombra silenciosa, que hace aflorar las estrellas como si no hubiesen estado allí. Al comienzo de la tarde, después que el cielo tiñe las nubes de negro, empiezan a caer las lluvias con una firmeza que espanta. Al cabo de dos horas de copiosa lluvias, el pueblo ha quedado fustigado, pero aún continúa bajo el flagelo del impresionante aguacero. Las quebradas crecen
abundantemente, las aguas ocre salen del cauce, arramblan las márgenes, se escucha el desplome de árboles viejos y matas de guineos. Los deslizamientos de terrenos hacen brotar las entrañas rojizas. El pueblo no se inunda, sus sinuosidades se lo impiden. todavía a las siete de la noche llueve, pero con poca intensidad. los lareños saben que la noche transcurrirá con lluvia y viento. En algún hogar se toma el café nocturno. luego se va a la cama para el viaje somnolento y los sueños agradables. El tamborileo de la lluvia sobre zinc o el tejado provocan el sueño de que los esquejes han florecido y que se les han caído los cuernos a las vacas viejas.
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