Sobre corroída baranda,
vestigio de un atracadero,
Cuco pelícano senil,
padece la somnolencia
de la tarde salobre y crepuscular.
Su córnea boca, péndulo
de la brisa marina :
brújula de su alma
en el sueño de antiguo pescador.
Las nubes no lo mueven,
las olas no le cantan.
Un pez cimbel y escarlata
no elude su triste mirada,
y salta encendido
de poniente reflejos.
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