Nos encontramos con el mar
a cada paso que acometemos.
Anda como las casas de los poblados,
por cada calle erigidas.
A veces, lanza la mirada
sobre la arborescencia del horizonte,
al final, el mar saca su gaita.
En tus ojos no se ve el mar.
Camina junto a mis ocios,
y, las olas mecen tu corazón.
Una luz en tu idea
destila la bruma de tu memoria:
el mar es aureola
de nuestros días.
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