"Sin memoria, inmortal, el aire esplende.
El aire ignora qué habitó en tu pecho." (Vicente Aleixandre, El aire ).
En el nido de los vientos
cuyos lienzos son de aguas,
unos ímpetus o energías
los lanza a la búsqueda
sonora de los árboles.
Se encuentran contra
torreones y faros
de lumbres amarillas
y nerviosas.
Cambia de vozarrón :
hondo, ronco y batiente,
al arribar de los mares
y se anuda a las copas
y ramas. Sacude los follajes
con estrépitos de estornudos
y, asombros de fantasmas.
Se va por los ríos
cantando su saloma.
Llega a los estuarios
para perderse en los océanos.
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