jueves, 10 de enero de 2013

Torneo de tenis parvulista - Bodegones de Carlos Mercado

Esta vez la mañana acogía a todos con claridad, brillante y calurosa. Los predios de las canchas se ofrendaban florecidos de inquietos niños. En el campo de juego estaban sembradas las parejas practicando sus destrezas. Entre los niños tenistas se veían los pro dando indicaciones y atisbando consejos. El vocerío acentuaba la algarabía y semejaban gorjeos de bandadas de ruiseñores. Muchos padres y madres cargando los bultos y demás pertenencias de los cachorros con bolsos para guardar meriendas, agua y refrescos.

Las superficies sólidas pintadas de verdes chispeaban de sol. Varias parejas desarrollaban sus juegos. Lucían capacitados y con dominio del deporte. Los padres y demás espectadores aplaudían los aciertos. Habían niños y niñas que enojados y desilusionados por alguna jugada perdedora, lanzaban sus raquetas contra el piso.

Había una atmósfera de movimiento, un hormigueo de muchedumbre expuesta al sol y bajo los cobertizos: oficiales del evento, padres y madres y los párvulos nerviosos esperando turnos. Bolas que saltaban por el aire y los pájaros negros que crascitaban de los árboles a las verjas. Sobre todo, el rítmico golpe de las raquetas.

Me impresionó un pequeñuelo que lanzaba la bola donde quería, con asombrosa precisión y, acumulaba puntos con aparente facilidad. Pregunté por el padre y me señalaron a una joven pareja sentados bajo el cobertizo. Me informaron por la pasión que su pequeño vástago sentía por el deporte del tenis. la madre era profesora de alumnos de enseñanza especial y, el padre se desempeñaba como conserje en la misma institución.

Me ocupé de ir hasta la mesa de inscripción donde ofrecían el itinerario de los juegos para los demás días. Allí se extendía una mesa rectangular cubierta por una sábana blanca y sobre ella, las pilas de panfletos y documentos de inscripciones. Una estatuilla de un zagal jugador de tenis. A la derecha, frente a las personas que permanecíamos cercanas a la mesa, se destacaba una impresionante columna en forma piramidal, de bolas de tenis de color verdoso - fosforescentes, rodeadas en primera instancia, de una porción reticular que sostenía su estructura apretada para que ninguna bola pudiera correrse. En segundo orden, se había creado una pared alrededor de la base, compuesta de raquetas colocadas de canto y unidas por los mangos, unos sobre otros mediante una fina pita que los enlazaba. Las bolas todas de diferentes marcas : Wilson, Prince, Penn, Dunlop, Tretorn y en la cúspide, una bola color de rosa.

miércoles, 2 de enero de 2013

Metodología de los Bodegones

11.1 Bodegones:

        Es un nuevo género literario inspirado en los bodegones pictóricos del pintor puertorriqueño Carlos Mercado. Pero llevado a la literatura por el escritor lareño del mismo nombre.

11.1.2 Bodegones de Carlos Mercado:

          Se llaman con este nombre, los escritos donde se trabaja una especie de estampa, que expresa la pintura en prosa de un bodegón exhibiéndose en algún lugar.

11.1.3 Características:

         A) El lugar donde se presenta el bodegón es inusitado y, a veces, esotérico.
         B) El objeto o plasticidad que constituye al bodegón no es consuetudinario en los bodegones pintados.
         C) Propone una estructura semántica semejante a un signo de la semiología.
         D) Se aleja del concepto -- naturaleza muerta -- porque su plasticidad entraña vida y es vivificante.

11.1.4) Creatividad :

Busca la originalidad y apuesta a un posterior desarrollo en el pensamiento o idea de quienes advengan en su cultivo.

11.1.5) Naturaleza muerta :

No hay tal cosa como naturaleza muerta de los bodegones.
Cuando en ellos se presenta una fruta partida, donde se ve su interior y, allí se muestran las semillas de su composición, trasciende el mensaje del hálito vital porque dichas semillas representan la potencialidad de la vida. Todos los objetos que le puedan acompañar están ahítos de significación semiótica que se van creando a sí mismo, en cadena semántica infinita.