miércoles, 13 de enero de 2016

El lobo estepario, análisis del poema

En la poesía de Rubén Darío, figura el diseño de la estética, que es una de las bases de su integridad creadora; la otra base de su aleación artística expresiva, es el fondo filosófico con que se construye su semántica poética : el nicaraguense Sergio Ramírez, las llama : Cisne de verdad y Cisne de mentira. El cisne auténtico se halla en la producción de Darío. El cisne de mentira es la poesía bella de sus seguidores porque ésta carece del sentido filosófico. La poesía estética- filosófica garantiza la perpetuidad. El mundo poético solamente enchapado del esplendor, no es trascendente y termina por ser efímero.

Pero los grandes poetas posteriores a Darío, que al crear su obra, estatuyeron en sus piezas una base filosófica, aseguraron que se erigiera su busto en el campo de los inmortales.

Este es el caso de Hermann Hesse, que en su prestigiosa novela ( El lobo estepario ), figura un poema con el mismo título y, que ha desarrollado robustamente el fondo filosófico. Transcribiremos el poema para facilitar su comprensión.

                 Yo voy, lobo estepario, trotando
                 por el mundo de nieve cubierto;
                 del abedul sale un cuervo volando
                 y no cruzan ni liebres ni corzas el campo desierto.

                 Me enamora una corza ligera,
                 en el mundo no hay nada tan lindo y hermoso;
                 con mis dientes y zarpas de fiera
                 destrozara su cuerpo sabroso.

                 Y volviera mi afán a mi amada,
                  en sus muslos mordiendo la carne blanquísima
                  y saciando mi sed en su sangre por mí derramada,
                  para aullar luego solo en la noche tristísima.

                  Una liebre bastara también a mi anhelo;
                  dulce sabe su carne en la noche callada y oscura.
                  Ay! ¿ Por qué me abandona en letal desconsuelo
                  de la vida la parte más noble y más pura?

                  Vetas grises adquiere mi rabo peludo;
                  voy perdiendo la vista, me atacan las fiebres;
                  hace tiempo que estoy sin hogar y viudo
                  y que troto y que sueño con corzas y liebres.

                  Que mi triste destino me ahuyenta y espanta.
                  Oigo al aire soplar en la noche de invierno,
                  hundo en nieve mi ardiente garganta,
                  y así voy llevando mi mísera alma al infierno.

Un problema fundamental se plantea el poema : la convivencia de dos naturalezas dentro de una entidad. Un humano de quien también aflora la condición de lobo como desdoblamiento de su personalidad.
Para el escritor, estas dos dimensiones no son privativas de Harry Haller y, puede descubrirse en el seno de la sociedad.
                "... puede ser también que este sino no sea tan singular y raro. Se ha visto ya que muchos hombres que dentro de sí tenían no poco de perro, de zorro, de pez o de serpiente no tuvieron mayores dificultades en la vida y ambas personalidades se ayudaron mutuamente".

El poema revela la pugna interior de su personalidad desdoblada - lobo - hombre.
En estado de lobo, acometía fieros daños contra aquellos a quienes amaba y perjuicios sobre los que lo amaban a él. De ahí su angustia. Cuando se hunde en pecado queda siempre el arrepentimiento :
                                        " para aullar solo en la noche tristísima ".

Ve pasar una mujer y le sobresalta un ímpetu que lo precipita en esa dimensión absurda, llena de lobreguez y tenebrosidad. Lo que ha divisado se transforma en una presa deliciosa y lo estimula a pensar en su amada a quien devoraría hasta hacerla salpicar la sangre que impregnaría su cuerpo, de esa sustancia roja que despierta y eleva su pasión.
( Por algo está viudo ).

Todo es deprimente, ese es su mundo de lobuznez y de simbología agoguera :
                          " del abedul sale un cuervo volando ".
Le acompaña la soledad esteparia. Está siempre en acecho. No hay escrúpulos para atacar la nobleza del mundo : la de mayor rendimiento o menor beneficio, todo - corza o liebre. Pero al final, queda el dolor de la conciencia :
                                             " ... la parte más noble y más pura ".

La base filosófica en el poema se expande para dar paso al tema psicológico en el cual se desarrollará la explicación de la conducta de Harry Haller. En una parte de la introducción del libro, aparece este comentario.

                                  " Veo algo más: un documento de la época, pues la enfermedad psíquica de Haller es - hoy lo sé- no la quimera de un solo individuo, sino la enfermedad del siglo mismo, la neurosis de aquella generación a la que Haller pertenece, enfermedad de la cual no son atacados sólo las personas débiles e inferiores, sino precisamente las fuertes, las espirituales , las de más talentos ".

La neurosis del siglo. Dos generaciones padecieron en Europa, guerras exterminantes. Las grandes conflagraciones arrastraron los escombros psíquicos que atacaron a los sobrevivientes de la destrucción. Más de 65 millones de civiles, millones de judíos y entre dos o más millones de soldados perecieron. El cúmulo de las grande angustias incidieron en el cuerpo emotivo y la psiquis de la sociedad impactada por los efectos detrimentales y devastadores contra la mente colectiva.

Aquella sociedad comenzaría a restablecerse como emergen los esquejes y ganchos que empiezan a incorporarse de entre el carbón de las cortezas de los bosques incendiados. Buscan los seres, como las plantas, la capa vegetal maltrecha de la tierra para elevar con los residuos que la vida pueda ofrecerle en la confusa morbosidad de la época.

Allí, en el seno de aquellas sociedades arruinadas, aparece el tormento de la esquizofrenia que desgarra la paz interior hasta de los más recios y sublimes.
Cualquier incidencia, la más leve, será motivo suficiente para caer en el pozo de lodo oscuro en que se convierte su estado trastornado :
                          " Una liebre bastara también a mi anhelo;
                             dulce sabe su carne en la noche callada y oscura ".

Un señuelo mínimo, casi insignificante puede proporcionarle a su mente, el ligero motivo para caer dentro de las aguas descarriadas que lo conducen al extravío de la realidad circundante. Entonces sobreviene el padecimiento, la terrible metamorfosis. La condición lobuna, esa entrada a las fantasías enfermizas de un mundo refractario, pero mientras lo padece degusta sus efectos :
                              " dulce sabe su carne..."

No es, sino después del férreo azote de la tormenta, que toda la infraestructura, arboleda y una desatada multitud de objetos descansan maltrechos y  escombrados sobre la paz del terreno.
                                  " ... la parte más noble y más pura ".
Es el momento del sosiego, de la normalidad. Es el estado de salud aparente en que siente inclinación cortez por su prójimo, que expresa respeto profundo por la humanidad.
que anhela " escuchar a mozart, leer versos y tener ideales de humanidad ".
                                   " Ay! ¿ Por qué me abandona
                                     en letal desconsuelo de la vida ..."

El lobo estepario, cuando en la noche le acechan las síntomas de su neurosis :
                                      " Vetas grises adquiere mi rabo peludo;
                                         voy perdiendo la vista, me atacan las fiebres ".
su alma ha aprendido a acogerse en la compañía de su condición morbosa y se consuela en su agónica soledad, presintiendo en los sueños, el alcance de la presa ansiada.

No puede ser feliz, pero tiene conciencia de estar expiando su injusto castigo.
                                          " Y así voy llevando mi mísera alma al infierno ".

La felicidad, naturalmente se da en grados, pero ese nivel no tiene que tocar a todos. La desgracia o la felicidad no están determinadas por la personalidad necesariamente, sino por circunstancias que la vida ofrece.
Su angustia existencial, la psicosis que padece, que lo separa del disfrute de cierto grado de felicidad, lo confinan al sufrimiento y la soledad.

Harry Haller pretendía cargar sobre sí propio para no arremeter contra el mundo, pero nadie puede desembarazarse del mundo, porque no existe un yo absoluto entre los mortales. El yo es una trascendencia y compendio de múltiples cualidades colectivas o sucesivas. Lo que en mi condición endógena afecta y atormenta, en el ámbito exógeno repercute y trastoca. Nosotros percibimos la vida y desarrollamos la existencia tanto con nuestras propias contribuciones , como con elementos , factores e ingredientes del entorno que otros construyeron. Existir es orear nuestra propia existencia.
Harry Haller , insistió en la conflictiva faena de la búsqueda y sintonización  con nitidez en su fuero interno, para distinguir su propio ego interior de un yo general proveniente de las masas. En el fragor de ese conflicto -- " Oigo al aire soplar en la noche de invierno " -
era fustigado con reciedumbre por los trastornos de la enfermedad del siglo, la neurosis.
Entonces en vez de emerger con independencia su yo original y particular , ocurre la abscisión. Del desdoblamiento del yo accidentado, aflora su condición lobuna, nace el lobo estepario.
                                      " Mi triste destino me ahuyenta y espanta ".