" En mí cuelgan canciones y racimos de pétalos,
y muchos sueños blancos, y emociones aladas.
Será que van cercando, en vigilia de nubes,
la claridad inmensa donde avanza mi alma ".
( Julia de Burgo, Antología poética,
Amanecida,pág., 43 ).
Entra el sol cegando la lectura
de las hojas del rotativo.
Hay plenitud de luz, que encienden
los colores de los maceteros de geranios.
Las demás plantas y enredaderas se mueven
con el fresco ímpetu del viento.
( Tan lejos Toledo, )
y las oscuras golondrinas de Béquer
revolotean alrededor de la terraza,
sonando las castañuelas de sus alas.
Entonan, allí, los ruiseñores,
que saltan nerviosos entre
el tupido follaje de las frondas.
A lo lejos viajan las montañas
según el sol ilumina y oscurece
sus contornos.
Las nubes oscuras llegarán en la tarde,
mientras en la clara mañana
las casas del pueblo emergen plateadas
y la iglesia es un lingote de oro.
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jueves, 22 de octubre de 2015
miércoles, 21 de octubre de 2015
La alcoba
" Cuando dorados rayos encubría
Apolo con las ondas de Oceano,
Cuando con manto negro se vestía
La cumbre de la sierra y valle llano ".
( Juan de Castellanos, Elegías de varones
ilustres de Indias, cien mil versos ).
La hora es la de la noche,
para llegar al lecho silente.
Este recinto de sombras y de hálito distinto;
tiene atmósfera misteriosa y luce
con ambiente de Las mil y una noches.
Vestida como Las meninas, de Velázquez.
Hay cortinas que se corren con el albor,
lámpara lumbre callada
y, un trazo de espuma nácar
cálida, templada, sedosa.
Viene a transformarse en caverna de Montesinos,
para alojarnos en una dimensión
de soledades oscuras
en que la conciencia sale a la vida.
Apolo con las ondas de Oceano,
Cuando con manto negro se vestía
La cumbre de la sierra y valle llano ".
( Juan de Castellanos, Elegías de varones
ilustres de Indias, cien mil versos ).
La hora es la de la noche,
para llegar al lecho silente.
Este recinto de sombras y de hálito distinto;
tiene atmósfera misteriosa y luce
con ambiente de Las mil y una noches.
Vestida como Las meninas, de Velázquez.
Hay cortinas que se corren con el albor,
lámpara lumbre callada
y, un trazo de espuma nácar
cálida, templada, sedosa.
Viene a transformarse en caverna de Montesinos,
para alojarnos en una dimensión
de soledades oscuras
en que la conciencia sale a la vida.
lunes, 12 de octubre de 2015
LA COCINA
En esta cocina se enciende con leña.
Es salediza del cuerpo de la casa.
Pero no sólo se sostiene
con los rancios pilotes de moralones,
que se asientan en lo hondo
de la parda tierra;
sino que también la sostienen,
los brazos trabajadores de don Sixto,
las abnegadas, hábiles y laboriosas
manos de doña Margó.
De allí mane siempre
por el techo de cinc
y, las hendiduras de los costados
hacia el aire y los follajes,
como si albergara una hoguera
de carbones, unas emanaciones
de humo bruno, que evoca
los viejos trenes.
A veces huele a café tostado
y, luego despide aroma
de ardiente café colado.
Es salediza del cuerpo de la casa.
Pero no sólo se sostiene
con los rancios pilotes de moralones,
que se asientan en lo hondo
de la parda tierra;
sino que también la sostienen,
los brazos trabajadores de don Sixto,
las abnegadas, hábiles y laboriosas
manos de doña Margó.
De allí mane siempre
por el techo de cinc
y, las hendiduras de los costados
hacia el aire y los follajes,
como si albergara una hoguera
de carbones, unas emanaciones
de humo bruno, que evoca
los viejos trenes.
A veces huele a café tostado
y, luego despide aroma
de ardiente café colado.
sábado, 2 de junio de 2012
Guarros en cancha de arcilla
Alguien los trajo.
Fueron arreados a la tierra batida.
Una guarrería sobre el campo
de orzas trilladas :
madre, padre e hijos.
Eran marranos ansiosos
de hozar en la arcilla.
Alguien humedeció sus cuerpos
y, también la tierra parda,
con una manguera
de fluyente agua fresca.
Volcaban la gleba ladrillosa.
Hundían los cilíndricos
hocicos brotando la tierra,
creando surcos arcillosos.
Al cabo de un tiempo,
aquella piara
alzaban las testas jadeantes
y, parecían reírse
con el público
que ya abarrotaba las gradas.
Todos los esfuerzos de los edecanes,
parecían no rendir efecto.
Un cerdito se colocó
frente al dibujo
del cocodrilo de Lacoste,
lo contemplaba y gruñía.
Los jugadores entraron asombrados.
Los ayudantes de campo
corrían los cochinos,
la multitud estallaba en una ovación
atronadora.
El árbitro expresaba :
( S' l vous plait ).
Fueron arreados a la tierra batida.
Una guarrería sobre el campo
de orzas trilladas :
madre, padre e hijos.
Eran marranos ansiosos
de hozar en la arcilla.
Alguien humedeció sus cuerpos
y, también la tierra parda,
con una manguera
de fluyente agua fresca.
Volcaban la gleba ladrillosa.
Hundían los cilíndricos
hocicos brotando la tierra,
creando surcos arcillosos.
Al cabo de un tiempo,
aquella piara
alzaban las testas jadeantes
y, parecían reírse
con el público
que ya abarrotaba las gradas.
Todos los esfuerzos de los edecanes,
parecían no rendir efecto.
Un cerdito se colocó
frente al dibujo
del cocodrilo de Lacoste,
lo contemplaba y gruñía.
Los jugadores entraron asombrados.
Los ayudantes de campo
corrían los cochinos,
la multitud estallaba en una ovación
atronadora.
El árbitro expresaba :
( S' l vous plait ).
lunes, 28 de mayo de 2012
Cibulkova
Rózame Cibulkova
con tu cola de gatita
mimada.
Pálpame.
Tu figura de arcilla
es moteada con la trenza
de heno.
Tócame.
De Atila tienes su aire,
de Juana de Arco, su arrojo
en flamas.
Mírame.
Al final, tu raqueta
convertida en copa destellante
besas.
Bébeme.
con tu cola de gatita
mimada.
Pálpame.
Tu figura de arcilla
es moteada con la trenza
de heno.
Tócame.
De Atila tienes su aire,
de Juana de Arco, su arrojo
en flamas.
Mírame.
Al final, tu raqueta
convertida en copa destellante
besas.
Bébeme.
domingo, 27 de mayo de 2012
Tenis del ocaso
Jugar en las tardes el tenis,
a la altura del dos mil doce.
Y rememorar nuestras ocupaciones
pasadas. Cada hecho, cada día.
Aquellas formas de llegar
el acezo, de oprimir
el embate, de anular el sesteo.
Hoy el propósito es halagueño.
Llegar al atardecer
al campo de tenis.
Emplearse a fondo,
transpirar.
Y el paso por todo el disfrute
del amado deporte.
a la altura del dos mil doce.
Y rememorar nuestras ocupaciones
pasadas. Cada hecho, cada día.
Aquellas formas de llegar
el acezo, de oprimir
el embate, de anular el sesteo.
Hoy el propósito es halagueño.
Llegar al atardecer
al campo de tenis.
Emplearse a fondo,
transpirar.
Y el paso por todo el disfrute
del amado deporte.
miércoles, 2 de mayo de 2012
La trenza de oro de Victoria Azarenka
¿ Cómo tejen y enhebran
el ramo áureo,
que juega sobre tus espaldas ?
El aura aspira y difunde
por el aire, el aliento
del dorado cabello.
El sol lo enciende en tu busto de ninfa.
Las sombras lo sosiegan
en la tenue luz crepuscular.
Cuando lo apoyas frente a tu cuello,
para cuidarla de tus desplazos súbitos,
en acalorado juego,
parece un rayo de sol
sobre un glaciar de los alpes.
¿ Cómo lo expones entre la multitud,
cuando arribas delicadamente
al fragor de la ciudad ?
Los sueños valen en todas las épocas
y, la anécdota onírica
transfiere al enigma
cierta vitalidad.
Miro tu trenza de oro
y, la atesoro
en un sueño misterioso.
el ramo áureo,
que juega sobre tus espaldas ?
El aura aspira y difunde
por el aire, el aliento
del dorado cabello.
El sol lo enciende en tu busto de ninfa.
Las sombras lo sosiegan
en la tenue luz crepuscular.
Cuando lo apoyas frente a tu cuello,
para cuidarla de tus desplazos súbitos,
en acalorado juego,
parece un rayo de sol
sobre un glaciar de los alpes.
¿ Cómo lo expones entre la multitud,
cuando arribas delicadamente
al fragor de la ciudad ?
Los sueños valen en todas las épocas
y, la anécdota onírica
transfiere al enigma
cierta vitalidad.
Miro tu trenza de oro
y, la atesoro
en un sueño misterioso.
martes, 1 de mayo de 2012
" Match Point "
Espero por el punto de gracia.
Estoy sobre el fiel,
con el volumen exacto
suspendido en la equidad.
aunque me bamboleo
como hoja de otoño,
tiro el señuelo
para adueñarme de la presea :
sencillo juego de la tarde.
Empeño mi destreza,
disparo la astucia,
tenso y ágil.
Es el momento relámpago
en que perforo el ánimo
de mi contrario
y, me estremezco de la alegría
con el punto de mi premio.
Estoy sobre el fiel,
con el volumen exacto
suspendido en la equidad.
aunque me bamboleo
como hoja de otoño,
tiro el señuelo
para adueñarme de la presea :
sencillo juego de la tarde.
Empeño mi destreza,
disparo la astucia,
tenso y ágil.
Es el momento relámpago
en que perforo el ánimo
de mi contrario
y, me estremezco de la alegría
con el punto de mi premio.
Tie Brake
Imperiosa y extraña fuerza de la bola.
Impetuosa rompe el espacio graciosa.
Establece punto tenaz,
punto emotivo.
Estas carreras, de un ángulo
al otro extremo
y, apresurados estamos
consistentemente.
Batimos el brazo
como si voláramos,
alargado para dar con fuerza.
Ver la bola con impulso de delfín
flotar trémula para picar
cerca de la blanca línea.
Sentir el corazón saltar
con el engarce del pez :
es el punto anhelado,
que nos alegra el entusiasmo.
El sudor empapa nuestras cejas,
empaña la visión.
El cuerpo siente el fuego de la temperatura;
el alma invadida por la soberbia
del triunfador.
Apretamos la raqueta,
lanzamos la mirada sobre la malla,
captamos una silueta
en un punto de la cancha.
Nuestro pensamiento, nuestro vuelo,
la devolución,
el golpe de revés
y, estalla la fosforescencia
del punto número Siete !
Impetuosa rompe el espacio graciosa.
Establece punto tenaz,
punto emotivo.
Estas carreras, de un ángulo
al otro extremo
y, apresurados estamos
consistentemente.
Batimos el brazo
como si voláramos,
alargado para dar con fuerza.
Ver la bola con impulso de delfín
flotar trémula para picar
cerca de la blanca línea.
Sentir el corazón saltar
con el engarce del pez :
es el punto anhelado,
que nos alegra el entusiasmo.
El sudor empapa nuestras cejas,
empaña la visión.
El cuerpo siente el fuego de la temperatura;
el alma invadida por la soberbia
del triunfador.
Apretamos la raqueta,
lanzamos la mirada sobre la malla,
captamos una silueta
en un punto de la cancha.
Nuestro pensamiento, nuestro vuelo,
la devolución,
el golpe de revés
y, estalla la fosforescencia
del punto número Siete !
Corsario del tenis
A veces, pienso
que la cancha
es mi barco aventurero.
Un barco henchido de velas.
Que soy el filibustero
de las olas.
Que las bolas,
son peregrinos
proyectiles
retráctiles.
Que la red
es un trasmallo
que apresa mis osadas embestidas.
que la cancha
es mi barco aventurero.
Un barco henchido de velas.
Que soy el filibustero
de las olas.
Que las bolas,
son peregrinos
proyectiles
retráctiles.
Que la red
es un trasmallo
que apresa mis osadas embestidas.
Tapiz del tenis
" De colores ". Colores marrones,
colores zarcos, colores telúricos.
Verde pátina, verde esmeralda.
Recién coloreadas,
lucen como piezas de hoteles.
En el fondo son orquídeas
de pétalos exquisitamente abiertos.
Así de suave y dulce,
pero templada como el esmalte
de una espada.
Como la flor de la orquídea.
Saltamos por los pueblos
y las encontramos, de pronto,
mustias.
La luz de su piel
apagada como vestigio
de un castillo en escombros.
Como muro medieval caído.
Con cicatrices y diviesos,
una venda reticular,
raída sobre su dolida frente.
Empero otras estallan
de esplendor.
Con la red tapiz tejido alborado.
El sol sobre ella,
crea el cáliz de oro,
que escanciará el vino
de la alegría.
Colores, luces para la vista,
exquisitez para los sentidos.
Colores cruzados siempre
de cintas blancas
y terso mandil.
colores zarcos, colores telúricos.
Verde pátina, verde esmeralda.
Recién coloreadas,
lucen como piezas de hoteles.
En el fondo son orquídeas
de pétalos exquisitamente abiertos.
Así de suave y dulce,
pero templada como el esmalte
de una espada.
Como la flor de la orquídea.
Saltamos por los pueblos
y las encontramos, de pronto,
mustias.
La luz de su piel
apagada como vestigio
de un castillo en escombros.
Como muro medieval caído.
Con cicatrices y diviesos,
una venda reticular,
raída sobre su dolida frente.
Empero otras estallan
de esplendor.
Con la red tapiz tejido alborado.
El sol sobre ella,
crea el cáliz de oro,
que escanciará el vino
de la alegría.
Colores, luces para la vista,
exquisitez para los sentidos.
Colores cruzados siempre
de cintas blancas
y terso mandil.
Grands Land
A través del mágico vidrio hogareño,
las imágenes en la familiar pantalla,
pulsa nuestras emociones.
Crean la ilusión
de estar dentro de la concurrencia.
La iridiscencia deslumbra
en el ámbito pintoresco :
puede ofrecerse la arcilla
( ladrillesca superficie )
de la Francia glamorosa,
donde el tenista se desliza
con gracioso gesto de esquí.
Las bolas fosforescentes
se mancillan con el grumo
del dúctil barro.
Así el atuendo sella
en sus telas,
una flor de tierra,
distintivo de lucha
y huella galés.
El tiempo, caballo de pica,
parece no doblegar el brío
y en la aridez el esplendor solar
se anega en las aguas
de sus cuerpos.
Nos regalan las cámaras
la visión panorámica
de una fanaticada ilusionada.
De una multitud estallada
de júbilo,
de unas gradas pletóricas
de aplausos, colores, sombrillas
y, gestos de encendidas sonrisas.
las imágenes en la familiar pantalla,
pulsa nuestras emociones.
Crean la ilusión
de estar dentro de la concurrencia.
La iridiscencia deslumbra
en el ámbito pintoresco :
puede ofrecerse la arcilla
( ladrillesca superficie )
de la Francia glamorosa,
donde el tenista se desliza
con gracioso gesto de esquí.
Las bolas fosforescentes
se mancillan con el grumo
del dúctil barro.
Así el atuendo sella
en sus telas,
una flor de tierra,
distintivo de lucha
y huella galés.
El tiempo, caballo de pica,
parece no doblegar el brío
y en la aridez el esplendor solar
se anega en las aguas
de sus cuerpos.
Nos regalan las cámaras
la visión panorámica
de una fanaticada ilusionada.
De una multitud estallada
de júbilo,
de unas gradas pletóricas
de aplausos, colores, sombrillas
y, gestos de encendidas sonrisas.
Ventaja
Me encuentro en cuarenta.
Esta fuerte unidad de cuatro,
echa sobre mi raqueta,
presagio de la victoria.
ventaja le decimos,
advantage, en inglés,
avantage, en francés.
Como la luna
es embustera,
esta cifra de cuarenta
que sólo ostenta
tres puntos
en su registro.
Es momento de nervios tensos
y, vigila uno, los envíos,
buscando vulnerabilidad
en ciertas zonas.
Asoma la esperanza,
se alarga el boleo,
se estanca el progreso.
Estamos inmerso
en la batalla :
un silencio recorre el campo.
Sólo se escucha
el viento y los batanes
de don Quijote,
escenificados por raquetas.
En la suerte de un error
alcanzamos de nuevo
la ventaja.
Nos empapa el rocío
de soles.
Nos abrasa las llamas
del esfuerzo.
Siente uno, en contraste,
un frío en los tobillos.
Controlamos la defensiva,
afinamos la ofensiva
buscando la pureza del juego,
que nos traiga en la red,
el pez dorado.
Esta fuerte unidad de cuatro,
echa sobre mi raqueta,
presagio de la victoria.
ventaja le decimos,
advantage, en inglés,
avantage, en francés.
Como la luna
es embustera,
esta cifra de cuarenta
que sólo ostenta
tres puntos
en su registro.
Es momento de nervios tensos
y, vigila uno, los envíos,
buscando vulnerabilidad
en ciertas zonas.
Asoma la esperanza,
se alarga el boleo,
se estanca el progreso.
Estamos inmerso
en la batalla :
un silencio recorre el campo.
Sólo se escucha
el viento y los batanes
de don Quijote,
escenificados por raquetas.
En la suerte de un error
alcanzamos de nuevo
la ventaja.
Nos empapa el rocío
de soles.
Nos abrasa las llamas
del esfuerzo.
Siente uno, en contraste,
un frío en los tobillos.
Controlamos la defensiva,
afinamos la ofensiva
buscando la pureza del juego,
que nos traiga en la red,
el pez dorado.
lunes, 30 de abril de 2012
" El de los ojos azules "
Fufi, estaba sentado con las manos
apoyadas sobre un banco de madera.
La cabeza de Escipión,
hundida en sus duros hombros.
esperaba para jugar tenis.
Era viejo, muy viejo.
El sol doraba su piel,
una piel con muchos soles
apagados.
Me miró desde las aguas de su mar.
Tenía jarcias dibujadas
en su rostro.
Pero no lucía pipa humeante
ni gorra de capitán.
Conoció la fama;
como atleta pujante, destacado.
El deporte encendió
siempre su pasión.
Se había posado
en su cerebro,
una delicada inteligencia.
Conocía los secretos
de la lengua escrita,
con la honda destreza
de los dioses del Olimpo.
Estaba sentado entre canchas de tenis.
Parecía ciudadano francés,
pero era ciudadano puertorriqueño.
Lo he visto en muchos libros :
como un ente ubicuo.
Su animosidad y acicate,
deja impronta en la literatura
universal a través de las épocas :
Tengo la impresión
que aconsejó a Aníbal,
en su decisión de cruzar el Ebro.
El es ímpetu y coraje.
Tiene aquella visión
que llevó a Bolívar
a apechar los Andes.
Ahora está ahí sentado,
con brasas y sargazos
en sus decrépitas cejas.
No se ve, pero él ahogó
a Diego salcedo en el río de Añasco
y ahora quiere hundir un mito.
apoyadas sobre un banco de madera.
La cabeza de Escipión,
hundida en sus duros hombros.
esperaba para jugar tenis.
Era viejo, muy viejo.
El sol doraba su piel,
una piel con muchos soles
apagados.
Me miró desde las aguas de su mar.
Tenía jarcias dibujadas
en su rostro.
Pero no lucía pipa humeante
ni gorra de capitán.
Conoció la fama;
como atleta pujante, destacado.
El deporte encendió
siempre su pasión.
Se había posado
en su cerebro,
una delicada inteligencia.
Conocía los secretos
de la lengua escrita,
con la honda destreza
de los dioses del Olimpo.
Estaba sentado entre canchas de tenis.
Parecía ciudadano francés,
pero era ciudadano puertorriqueño.
Lo he visto en muchos libros :
como un ente ubicuo.
Su animosidad y acicate,
deja impronta en la literatura
universal a través de las épocas :
Tengo la impresión
que aconsejó a Aníbal,
en su decisión de cruzar el Ebro.
El es ímpetu y coraje.
Tiene aquella visión
que llevó a Bolívar
a apechar los Andes.
Ahora está ahí sentado,
con brasas y sargazos
en sus decrépitas cejas.
No se ve, pero él ahogó
a Diego salcedo en el río de Añasco
y ahora quiere hundir un mito.
Pueblos sin canchas de tenis
Tristes los pueblos
lamentan tristes,
el infortunio
de no ofrecer
una cancha de tenis.
Los jóvenes sueñan el tenis,
pero los pueblos
le niegan la gracia.
La juventud
reclama con vehemencia,
la soñada cancha de tenis.
los muchachos como peces
saltan para hundirse
en las sombras
y, en la desidia,
de las tardes ociosas.
Oh los pueblos tristes
que sollozan
por las esquinas
entre zarzas y espinas,
llenos de palabras sedantes.
niegan el campo de tenis.
Por las noches,
al pueblo lo hieren
los llamados al mundo
de las tinieblas,
con mortales estocadas.
lamentan tristes,
el infortunio
de no ofrecer
una cancha de tenis.
Los jóvenes sueñan el tenis,
pero los pueblos
le niegan la gracia.
La juventud
reclama con vehemencia,
la soñada cancha de tenis.
los muchachos como peces
saltan para hundirse
en las sombras
y, en la desidia,
de las tardes ociosas.
Oh los pueblos tristes
que sollozan
por las esquinas
entre zarzas y espinas,
llenos de palabras sedantes.
niegan el campo de tenis.
Por las noches,
al pueblo lo hieren
los llamados al mundo
de las tinieblas,
con mortales estocadas.
domingo, 29 de abril de 2012
Canchas en hojas y llamas
Soñé que las canchas
de la Universidad,
desaparecían
bajo incesante lluvia
de hojas secas.
Después se sumaron
pájaros muertos
y una multitud
de gatos abandonados
desgarraban las alas yertas
de las aves rígidas
Unos hombres
con palas y carretillas,
insistían en retirar
la inmensa hojarasca.
Estos obreros
reducían en su tamaño,
porque del cielo
se precipitaban toneladas de hojas.
Los hombres corrían asustados.
Entre pájaros muertos,
veíase el reguero
de bolas de tenis
putrefactas y fétidas.
Bolas con vísceras
brotadas y sangre quemada.
Las autoridades
prendieron combustión
a los desechos sinuosos.
Junto con las rojas llamas,
se elevaba
en la atmósfera,
una gigantesca raqueta de humo
que iba desvaneciéndose
con las ráfagas del viento
y, la fusta de hojas
que hostigaban la neblinosa silueta,
en cuyo largo mango
las llamas del bálago encendido,
devoraban sus frágiles cendales.
de la Universidad,
desaparecían
bajo incesante lluvia
de hojas secas.
Después se sumaron
pájaros muertos
y una multitud
de gatos abandonados
desgarraban las alas yertas
de las aves rígidas
Unos hombres
con palas y carretillas,
insistían en retirar
la inmensa hojarasca.
Estos obreros
reducían en su tamaño,
porque del cielo
se precipitaban toneladas de hojas.
Los hombres corrían asustados.
Entre pájaros muertos,
veíase el reguero
de bolas de tenis
putrefactas y fétidas.
Bolas con vísceras
brotadas y sangre quemada.
Las autoridades
prendieron combustión
a los desechos sinuosos.
Junto con las rojas llamas,
se elevaba
en la atmósfera,
una gigantesca raqueta de humo
que iba desvaneciéndose
con las ráfagas del viento
y, la fusta de hojas
que hostigaban la neblinosa silueta,
en cuyo largo mango
las llamas del bálago encendido,
devoraban sus frágiles cendales.
viernes, 27 de abril de 2012
Infulas de grandeza
" Así como la locura, en su grado superior, es el principio
de toda ciencia, así es la esquizofrenia el principio
de todo arte, de toda fantasía ".
( Hermann Hesse, El lobo estepario ).
En un pueblecito
abrumado de árboles y quebradas.
Un triste águila,
que en sueños se convertía
en lobo,
sintió el prurito
de ser elevado
como el Cristo del Corcovado o El Redentor,
sobre Río de Janeiro.
Pensó que en la pequeña
ciudad donde vivía,
sus vuelos no eran notados
porque siempre alcazaba
las nubes
y, su figura altiva
era deslumbrada por el sol.
En las noches,
cuando en sueños
se convertía en lobo,
salía con la luna
a rondar el pueblito.
Notaba que los habitantes dormían,
que la luna llena,
se convertía en otra fase,
que el aullido
con el que esperaba despertar
los durmientes,
se tornaba en un silbido
desvanecido de águila
hambrienta y cansada.
Entonces, cierto día,
mientras oteaba
desde el pináculo
de los bambúes,
el fresco viento
zarandeaba las verdes
cañas altísimas.
El rumor de la quebrada
hacía efecto de somnolencia
y comenzó a soñar :
era un lobo,
andaba agazapado,
buscando trascendencia.
Pasó por entre una huerta
y no tocó ni melones
ni piñas.
Saltó las bajas vallas
de un corral,
poblado de gallinas.
En cuanto las aves
le vieron, no huyeron.
Estalló un jolgorio
de risas gallináceas.
Era de mañana.
Su silueta
parecía más un palafrén
que un lobo feroz.
El hortelano que acababa
de levantarse,
lo descubrió velando
las gallinas.
El hombre fue al interior,
de su casa.
Salió con su esposa.
El hortelano dijo :
" Nos vigila el huerto y el corral,
es manso y está sin dientes
porque es muy viejo".
El lobo puso atención
a las frases de la señora :
" Debemos darle un homenaje,
un reconocimiento.
Nombrarlo rey de esta estepa".
El hortelano quiso corregir :
"rey del corral".
" sí, pero diremos estepa
para que él lo juzgue inmenso".
Pensaron traer
una piedra conmemorativa
igual a la de Guánica.
El águila
nunca despertó.
Volaba dormida
y nadie la veía.
A la tarde,
en el umbral de crepúsculo,
desde el pináculo de los bambúes,
creía divisar el juego de tenis.
de toda ciencia, así es la esquizofrenia el principio
de todo arte, de toda fantasía ".
( Hermann Hesse, El lobo estepario ).
En un pueblecito
abrumado de árboles y quebradas.
Un triste águila,
que en sueños se convertía
en lobo,
sintió el prurito
de ser elevado
como el Cristo del Corcovado o El Redentor,
sobre Río de Janeiro.
Pensó que en la pequeña
ciudad donde vivía,
sus vuelos no eran notados
porque siempre alcazaba
las nubes
y, su figura altiva
era deslumbrada por el sol.
En las noches,
cuando en sueños
se convertía en lobo,
salía con la luna
a rondar el pueblito.
Notaba que los habitantes dormían,
que la luna llena,
se convertía en otra fase,
que el aullido
con el que esperaba despertar
los durmientes,
se tornaba en un silbido
desvanecido de águila
hambrienta y cansada.
Entonces, cierto día,
mientras oteaba
desde el pináculo
de los bambúes,
el fresco viento
zarandeaba las verdes
cañas altísimas.
El rumor de la quebrada
hacía efecto de somnolencia
y comenzó a soñar :
era un lobo,
andaba agazapado,
buscando trascendencia.
Pasó por entre una huerta
y no tocó ni melones
ni piñas.
Saltó las bajas vallas
de un corral,
poblado de gallinas.
En cuanto las aves
le vieron, no huyeron.
Estalló un jolgorio
de risas gallináceas.
Era de mañana.
Su silueta
parecía más un palafrén
que un lobo feroz.
El hortelano que acababa
de levantarse,
lo descubrió velando
las gallinas.
El hombre fue al interior,
de su casa.
Salió con su esposa.
El hortelano dijo :
" Nos vigila el huerto y el corral,
es manso y está sin dientes
porque es muy viejo".
El lobo puso atención
a las frases de la señora :
" Debemos darle un homenaje,
un reconocimiento.
Nombrarlo rey de esta estepa".
El hortelano quiso corregir :
"rey del corral".
" sí, pero diremos estepa
para que él lo juzgue inmenso".
Pensaron traer
una piedra conmemorativa
igual a la de Guánica.
El águila
nunca despertó.
Volaba dormida
y nadie la veía.
A la tarde,
en el umbral de crepúsculo,
desde el pináculo de los bambúes,
creía divisar el juego de tenis.
jueves, 26 de abril de 2012
La lluvia y el tenis
"... La lluvia ha vuelto
de mi infancia ".
( Pablo Neruda, Odas elementales ).
Aquel día, la mañana
nos llegó macerada.
Su aspecto dolido
era el de un viejo artrístico.
Comenzaba oscura y pálida,
llena de calígine
y tela de araña.
Le costaba moverse
a horas superiores.
El viaje hacia Mayaguez
transcurriría en una hora.
Pensé que luego, el oro del tiempo,
invadiría árboles, casas y calles.
Pero la Sultana mostraba
los tules de la madrugada,
aún perezosa, para desechar los linos
lóbregos.
Serían las ocho
cuando esperaba por pareja.
Sentí que la atmósfera
enfriaba como un pétalo
mojado.
A través de los eucaliptos
y los verdes pinos,
una lluvia fina
esparcía los carámbanos.
De niño, algunos sábados
el pueblo amanecía
envuelto en sombras y ráfagas.
Nuestros juegos se desvanecían.
La cancha de tenis se tornaba
en un mar de claras aguas.
Del cielo, el rabadán
de ceñudo gesto,
ordenaba lluvia
para largo tiempo.
de mi infancia ".
( Pablo Neruda, Odas elementales ).
Aquel día, la mañana
nos llegó macerada.
Su aspecto dolido
era el de un viejo artrístico.
Comenzaba oscura y pálida,
llena de calígine
y tela de araña.
Le costaba moverse
a horas superiores.
El viaje hacia Mayaguez
transcurriría en una hora.
Pensé que luego, el oro del tiempo,
invadiría árboles, casas y calles.
Pero la Sultana mostraba
los tules de la madrugada,
aún perezosa, para desechar los linos
lóbregos.
Serían las ocho
cuando esperaba por pareja.
Sentí que la atmósfera
enfriaba como un pétalo
mojado.
A través de los eucaliptos
y los verdes pinos,
una lluvia fina
esparcía los carámbanos.
De niño, algunos sábados
el pueblo amanecía
envuelto en sombras y ráfagas.
Nuestros juegos se desvanecían.
La cancha de tenis se tornaba
en un mar de claras aguas.
Del cielo, el rabadán
de ceñudo gesto,
ordenaba lluvia
para largo tiempo.
Canchas de marfil
En los hoteles de lujos,
donde figuran algunas estrellas
adjudicadas a su excelencia,
tienen varias canchas de tenis.
Lucen vestidas de quinceañeras.
Se ofrecen apetitosas
como una fresca manzana.
Con el sol claro y tenue,
seca algunas burbujas
de tibio rocío,
en el esplendor de su verde.
Llegan parejas
de gringos desarticulados.
empolvan la faz
de la cancha,
con la mota de la bola.
Yo me angustio
por no llevar raqueta,
por estar de pasada.
Estoy como quien ve
sugerentes artículos
tras una vidriera.
En un lugar
propiamente dispuesto,
mesas con arqueadas sombrillas
y, sillas de atractivo diseño.
Una media luna
de sombra,
cae de la redondeada cobija.
Al cabo se sientan
los turistas.
Un mozo
de botones dorados
y cuello inmaculado,
sirve sumo de naranja
en repujada cristalería.
La cancha
sin los obesos turistas.
es ahora más ancha.
El verde campo de tenis,
se posa como una firme
toalla mullida
e inconmensurable.
Jugar un partido
en esta loseta
metricada de blanco.
es conservar un granizo
para una colección
de lluvias.
donde figuran algunas estrellas
adjudicadas a su excelencia,
tienen varias canchas de tenis.
Lucen vestidas de quinceañeras.
Se ofrecen apetitosas
como una fresca manzana.
Con el sol claro y tenue,
seca algunas burbujas
de tibio rocío,
en el esplendor de su verde.
Llegan parejas
de gringos desarticulados.
empolvan la faz
de la cancha,
con la mota de la bola.
Yo me angustio
por no llevar raqueta,
por estar de pasada.
Estoy como quien ve
sugerentes artículos
tras una vidriera.
En un lugar
propiamente dispuesto,
mesas con arqueadas sombrillas
y, sillas de atractivo diseño.
Una media luna
de sombra,
cae de la redondeada cobija.
Al cabo se sientan
los turistas.
Un mozo
de botones dorados
y cuello inmaculado,
sirve sumo de naranja
en repujada cristalería.
La cancha
sin los obesos turistas.
es ahora más ancha.
El verde campo de tenis,
se posa como una firme
toalla mullida
e inconmensurable.
Jugar un partido
en esta loseta
metricada de blanco.
es conservar un granizo
para una colección
de lluvias.
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