El machete de don Cata
blandiéndose en la altura,
refleja el hilo de plata,
que le tiñe en la albura.
Se oye el rumor y el tañido
y el chasquido con que araña,
acero pulido la caña,
en zafra a brazo partido.
Con aires del mañanero,
prados de azúcar murmullan.
Las notas de los troveros
los sentimientos arrullan.
El pesado yugo mece
a los bueyes corpulentos.
El corte de cañas crece.
Olores, espacio y vientos.
Ya el sol proyecta la lumbre.
Café apura el obrero.
Y termina El mañanero,
dando a la zafra la cumbre.