martes, 27 de septiembre de 2016

Soneto a las canchas de tenis de San Sebastían

   El paisaje bello es su base y su lecho.
Las canchas de tenis, frescas de rocío.
Aireadas de árboles, flores y helechos.
Circulan los vientos con rumor de río.

   Llegamos mirando paseos y trillos.
Destellos de los pájaros al sol.
Frondas y follaje del bosquecillo.
El campillo prendido en arrebol.

   Ejercitamos en sosiego y paz.
Nuestro amado juego de tenis alza,
la vida sana y de amistad la calza.

   Allí de deportes se forma un haz.
Todos gozan de amor y comprensión.
Niños y adultos, alegría y pasión.

viernes, 23 de septiembre de 2016

Un hogar en tiniebla

Del poemario Esencias de los hogares

                       soneto

   Es oscura noche de mar en tierra;
porque se nos ha ido la luz eléctrica.
Alto misterio la casa encierra.
Lo cubre todo, la sombra concéntrica.

   Se escucha el silencio sin claridad.
Los murmullos de la naturaleza,
invaden hogar entre oscuridad.
Sonando el río negro entre la maleza.

   Drama en hondo sentimiento de apego.
Rememora en noches de refugiados
angustiados en frías dehesas sin fuego.

   Aquí en el hogar de amor embriagados
Mañana acontecerá buena lumbre.
Y la vida emprenderá de costumbre.

Un hogar en tiniebla

Del poemario Esencias de los hogares


sábado, 10 de septiembre de 2016

El bien y el mal

                                        " Hay una inconfundible raíz de miedo y pereza en el rencor,
                                           el odio y el mal ". ( J. Ortega y Gasset ).

El bien puede ser abundante y frágil. Pero esa fragilidad no excluye que también pueda ser poderoso.
Que ese poder sea al mismo tiempo,  extraordinariamente más destacado que la fuerza generatriz del mal. El mal en su específica naturaleza tiene limitado el millardo de contundencia cotidiana que se desprenden de sus aviesos hechos.

El bien se sustenta a sí mismo y una vez aplicado, tiene el efecto, en su recorrido, de la bola de nieve. El mal opera con resultado devastador. Se ve obligado a construir una y otra vez, su atentado o esquema del acecho. Mientras que el bien cuando es efectivo en su desempeño, no se detiene y es perenne. Los atributos de perennidad y efectividad le ganan la partida al mal.

No empece a la certera observación del escritor y periodista venezolano, Emiro Rotundo Paúl, que un grupúsculo de maleantes siembran la zozobra y sacuden a una sociedad. Cuando el bien llega al individuo, sobre la base de la educación, con su ramificación de estrategias sociológicas y culturales, inhibe y mata los embriones del mal.

Pero si las iniciativas de los programas del bien no alcanza a esos sectores, entonces el mal encuentra terreno licencioso para proliferar.

David Hume afirmaba que el bien es puesto en marcha por los sentimientos y no por la razón. A nosotros nos parece que el mal se inicia mediante operación racional. El grupúsculo que pone en jaque a una sociedad, antes de infringir las leyes, ha ponderado qué beneficio obtendrán de sus envestidas. En sus cuantificaciones incide la razón.

El motor que mueve al bien es el sentimiento o lo que es lo mismo ; una energía perpetua. El mal se mueve por el razonamiento, un estímulo que nunca ha convencido por largos períodos, tampoco ha convencido a grandes masas.

El bien es poderoso por sus características de perennidad, con asiento en los sentimientos y porque las leyes no actúan contra él.
                             

miércoles, 7 de septiembre de 2016

Las Hojas del camino

   Las hojas del camino se asomaron.
Cuando niña casi, venías del campo.
Tu palpitar, tus sueños, escucharon.
Entre secas hojas estalló un lampo.

   Pensabas que el mundo te traería vida.
Y tramontaste cielos, ríos y prados.
Una aventura de amor dejó herida.
A la esperanza y el dolor abrazados.

   El hosco esfuerzo no le impidió amar.
Pocas negras lágrimas le brotaron.
En lluvias solía su luz coruscar.

   La gente de bondades la colmaron.
Aquellas tristes hojas del camino,
atesoran su impronta y su destino.

domingo, 4 de septiembre de 2016

Un soneto para mi sombra

   Tú vas siempre solitaria y callada.
El sigilo y el silencio te acompañan.
Llevas mi verdad honda substanciada.
La fugacidad y presencia apañan.

   Cuando estragado, deprimido y triste.
En tu silueta consigo consuelo.
Aunque de trazos oscuros te viste.
No importa que te arrastres por el suelo.

   Eres un sordo eco de mi única alma.
Y un secreto añejo en códice egipcio
Revelado sin que suscite alarma.

   Me persigues ciega y fiel como el vicio.
Me dirás adiós deforme y llorosa.
Al caer el polvo sobre la honda fosa.