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sábado, 5 de marzo de 2016

Los puñales de Jorge Luis Borges

                                Bodegones

                               " Tanta dureza, tanta fe, tanta impasible o inocente soberbia,
                                 y los años pasan, inútiles. A veces me da lástima ". ( Borges ).

Era una vieja casa de piedras.
Me encontré con ella, la primavera en que estuve de viaje. Nos llevaron a la antigua edificación por un camino de barro, propio para calesa. La presidían árboles a lo largo del camino y, ya frente a la antigua casona, a los costados del porche habían jardines y árboles de robles que ofrecían flores rosadas abundantes en sus ramas y sobre el césped.

Todos entramos al aposento y nos maravillamos al descubrir, que las paredes interiores carecían de ornamento. Se veían las piedras vivas sin ningún disimulo. Sin embargo, el piso era de losas pulidas. fuimos a una pieza con aspecto de despacho. Allí destacaba una preciosa mesa de nogal lustrado y, sobre ella una lámpara de aceite que arrojaba una débil luz, pero suficiente para encender de tal manera a la docena de puñales en exhibición, que parecía saltar desde sus hojas esmeriladas, pavesas de luz que chispeaban en la penumbra.

Estaban ordenados en un círculo, con las empuñaduras hacia afuera y las puntas de acero toledanas, hacia dentro, formando la rueda de una carreta pampera.
Posaban sobre una límpida tela de seda blanca cuyos extremos en brocal, habían sido tejidos con hilo rojo. En el espacio que simbolizaba el eje, todas aquellas afiladas puntas señalaban a una manzana rojísima y hermosa que yacía.

Pensé en aquella pieza literaria de sobriedad absoluta, titulada " Los puñales ", de Borges,
( Nueva antología personal, J. L. Borges, p. 59 ). Donde se afirma que el puñal se forjó para matar.
En la pequeña prosa, el cuchillo tiene una predisposición vampiresa, " quiere derramar brusca
sangre ". Aquí el puñal es un instrumento trágico, su designio es cegar una vida. Esa peligrosa hoja amenaza como si fuera un desnudo cable eléctrico, pero es bello y atrae como una tentación.
                             " Quienes lo ven tienen que jugar un rato con él ".
Es una sierpe viperina, callada, pero alerta y en acecho.

Este puñal al que alude Borges ha estado guardado mucho tiempo y, como se le han dado propiedades de vitalidad, ha dormido en la sombra, con alma de obediencia y con una latente agresividad :
                             " ... la mano se apresura a apretar la empuñadura que la espera;    
                                    la hoja obediente y poderosa juega con precisión en la vaina ".

Como quien dice : también cumpliría el letal propósito de un amo, que
                                     " sonríe con el cuchillo bajo la capa ";
y lo envía a que busque certeramente un cálido corazón.

Borges afirma :
                                     " Otra cosa quiere el puñal. Es más que una estructura hecha
                                        de metales; los hombres lo pensaron y lo formaron para un
                                        fin muy preciso. Quiere matar ".

El bodegón niega esa tesis. Arriba del círculo o rueda de carreta de puñales desnudos, fueron distribuídas en forma rectangular, las doces cartucheras negras con algunos botones plateados como estrellas de la noche.

La manzana roja no representa allí, un corazón abatido, es signo de todas las cosas que en la naturaleza y en la vida, el hombre aplicaría el instrumento cortante para auxiliarse en el desempeño de las tareas cotidianas campestre. Sobre ellas un cartel que expresa :
                         
                                       " No fueron creados para matar,
                                          se forjaron para obrar ".


miércoles, 28 de agosto de 2013

Bodegones de Carlos Mercado

La autonomía de los libros

Lo mismo que el cuerpo humano es una maravilla autónoma; muchos libros escritos con genialidad resultan también una obra con autonomía vital.

Cuando quedan terminados, comienzan a apartarse del mandato o manipulación de su autor y toman vivencia propia. Empiezan por atraer el interés del público, luego tienen el poder de enamorar a las nuevas generaciones y, terminan por alcanzar la eternidad.

Cada vez que alguien entra en sus páginas, se avivan sus imágenes y nos acogen en un mundo suyo palpitante de interactividad. La mente del lector aplica o contribuye a su agilidad interior donde la obra guarda, como el árbol sus anillos de longevidad y el libro su significación múltiple y total, con capacidad para formar dimensiones que fortalecen su vida. Esto pensamos aquel instante en que visitaba aquellos bodegones.

Figuraban en la sala mesas de tope circular, cubierto de manteles blancos tejidos con motivos de sombrillas. Me fijé en la primera mesa. Sobre ella se asentaban dos cestillas de mimbre, de altura breve con dos asas. Así cuando la obra constituía dos volúmenes, en la mesa circular se mostraban dos cestillas. Cuando la obra representaba un solo volumen, sobre el tope redondo se exhibía una sola.

En medio de ellas, erguidos, entreabiertos se exhibían dos libros dentro de sendas canastillas. Eran dos tomos de Don Quijote de la Mancha. Por el borde de la pequeña cesta se asomaban personajes y objetos de la obra.

Allí veíamos a Rocinante trepar las piernas atadas con un ronzal sobre el borde
 de la cesta. Pegado de frente sobre el cabestro, había un pequeño letrero que decía:
" tiene el miedo muchos ojos".

En otro lugar del redondo borde, asomaba sus hombros forrados de su armadura, Don Quijote de la Mancha. Descansaba su cabeza destocada sobre una blanca almohada, con sus ojos plenamente cerrados, soñando sus peregrinas hazañas y aventuras. De su mano derecha pendía la bacía con la mordedura de su entrante. También mirábamos a Sancho sosteniendo con ambas manos el cabezal de un rótulo con una frase que a Cervantes se le olvidó imprimir : " España noble y mansa, con aguijón feroz en la sombra de su coraje ".

Otros objetos como lanza y rodela figuraban dentro de la cestilla alrededor del libro abierto.

En la otra canastilla dentro de su trenzado, también rodeando el segundo tomo de Don Quijote de la Mancha, se asomaba Clavileño, caballo hecho naturalmente de madera. Pensé, que cuando leía esa aventura, allí donde decía : " Dios te guíe, valeroso caballero, Dios sea contigo, escudero intrépido. Ya, ya vais por esos aires, rompiéndolos con más velocidad que una saeta. Ya comenzáis a suspender y admirar a cuantos desde la tierra os están mirando. Tente valeroso Sancho, que te bamboleas, mira no cayas, que será peor tu caída que la del atrevido mozo que quiso regir el carro de sol su padre ".

Cervantes, para construir el ardid con más credibilidad, debió arguir que : " En aquel instante, las dueñas auxiliadas por todos los demás, agitaron paños y enarbolaron sábanas creando el efecto de los aires movidos por el arrojo volátil de Clavileño, que Don Quijote y Sancho sintieron sobre sus frentes y orejas el retozar de la brisa ".

Pero Sancho, al ponderar las voces de los que le lanzaban advertencias, sospechaba de la veracidad de la bestia voladora. Don Quijote sabía para sus adentros, la condición inverosímil del artificio, pero la treta era conveniente para justificar sus aventuras. Aún así expresa : " en efecto la cosa va como debe de ir, y el viento llevamos en popa ".

O sea, que alguien equivocadamente le soplaba por detrás, cuando el viento lo debió de sentir en proa.

En otra parte del redondel de la pequeña cesta figuraba un sastre con su cinta métrica colgada al cuello y en una de sus manos cubría la cabeza de sus dedos con cinco pequeñas caperuzas.

En todas las demás mesas se mostraban los bodegones de cestillas con libros como : El lobo estepario de Hermann Hesse, Historia verdadera de la conquista de Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo, Guerra y Pas, de León Tolstoy, dos tomos, Ulises, de James Joyce, dos tomos.






viernes, 1 de febrero de 2013

Acumular y sumar, un destino del hombre - Bodegones de Carlos Mercado

Morfología y grafía de los números


Un propósito del ser humano es una gestión de ganancia absoluta en todo desempeño de su diaria vida. La suma y no la resta es su designio.
Los números no se crearon para restar, sino para aplicar conceptos de acumulación en los escrutinios de la formación de bienes.

Aún cuando éste emprenda una campaña para restar efectos nocivos a la ecología del planeta, estará sumando elementos positivos para sanear la vida del orbe; acumulando y aumentando recursos y actitudes, que favorezcan al planeta, agregando felicidad en la convivencia de sus habitantes.

La propia grafía y diseño de los números, tienden a aumentar y engrosar su configuración
Del 0 al 9 todos los números son originales y ninguno repite su formato, el trazo de su dibujo, es una gradación cada vez mayor en su estructura, testifica y muestra que ha alcanzado una unidad mayor que su volumen anterior. Esto, no solo en el valor de sus unidades, sino mayor en la proporción de su grafía. Destinados como están, los dígitos, en su formato a presentarse cada uno en la sucesión, más corpulento que el anterior para indicar ganancia en el corpus.

Así el 0 es óvalo que representa la funda o bolso- también talega- vacía, sin que cargue nada en su interior. Ese cero o bolso vacío estará a la espera de guardar valores cuando aparezcan. De lo contrario es símbolo de nada.

El uno ( 1 ) es de una delgadez obligada. Representa la primera unidad de un bien adquirido.

El número dos ( 2 ) ya empieza a transformar su figura ostentando orejita que es símbolo de la llenura que comienza a abultar.

El número tres ( 3 ) -- nos referimos a su escritura manuscrita en el principio de su creación -- lo presenta un falo y un trazo inconcluso de la bolsa que guarda dos testículos. Falo y dos testículos suman tres bienes. La bolsa es símbolo de llenura. Con el paso de las generaciones, los dos puntos desaparecieron.

El número cuatro ( 4 ) exhibe cuatro triángulos, uno cerrado y los demás abiertos.

El número cinco ( 5 ) dibuja un cometa o papalote en el aire, con cola o rabo para su equilibrio entre las primeras cinco unidades y las siguientes cinco. Si se cierra su cabeza como en el principio, enseña los cuatro palitos del rombo y la orejita de la llenura.

El número seis ( 6 ) panza a la izquierda o bulto que representa nueve meses de embarazo, con la abstención del coito simbolizado por la bolsa donde se ocultan los testículos. La bolsa y los testículos forman tres en negativo : no coito. A nueve meses de embarazo, se le restan los tres de no coito quedan seis que es su valor.

Curiosidad : Si se coloca el nueve sobre el seis tomará la figura de una mujer en gestación.

El número siete ( 7 ) es el símbolo numérico de la buena suerte. Hace una referencia velada o tácita a la parábola de las siete vacas gordas. Es la grafía del gancho con el que se arranca las frutas-- fruto de lo acumulado o ahorrado -- gancho o atractivo para atrapar la suerte de ganancia de bienes. Consta de tres palitos y dos ángulos que suman cinco elementos o partes, pero antiguamente a la raya oblicua le cruzaba una tilde que presentaba, en ambos lados del trazo reclinado, las dos astas del bóvido bíblico. En tal caso sus partes sumaban siete.

El número ocho ( 8 ) eran dos orzas, vasijas de barro cocido --arcilla-- que se colocaban una junto a la otra y, en cada orza sin orejas o asas, contenían cuatro partes cada una que sumaban ocho. ( La frase : " Te voy a decir cuatro cosas ". No era así. Era : " Te voy a dar cuatro orzas... ). Luego se colocaron una sobre la otra y evolucionó su grafía. Al principio se decía ( orcho ) que viene del nombre en latín, ( urceus ) El latín vulgar lo transformó en ocho.

El número nueve ( 9 ). Su nombre viene del latín, ( noven ) y del francés neuf que también significa nuevo. En un principio se oscurecía su óvalo y se relacionaba con la luna nueva. al no encontrarse un número que resultara tan original como los precedentes, se optó por tomar el seis y colocar su óvalo hacia arriba como la luna. Lo original del nueve es su posición.

No existen números para la resta. Después que se crearon los números para la suma, la humanidad convino en usar los dígitos de la suma precedidos por una rayita horizontal de valor negativo para efectuar resta. Pero esa es una operación aritmética, no la presentación propiamente diseñada de números originales para la resta.
De la misma manera que el linguista Zamenhof creó el esperanto como lengua universal, se puede esperar que alguna mente inquieta presente el nacimiento de los nuevos y originales números para la resta.

Esta reflexión sobre los números es motivada por la apertura interesante, que exhibe la facultad de antropología de la U. P. R., sobre distintos tipos de romanas. En ellas resaltan, además de los números, la intención de estos artefactos de sopesar o ponderar el cuerpo de una impronta.

Además de todas la fotografías en que se destacan las variadas balanzas y básculas antiguas y de reciente invención , figuran dos romanas sobre una mesa. Ofrecidas como raro bodegón : una romana roja con un plato metálico cromiado, dentro del cual se ha puesto la mitad de una calabaza y una base redonda de menor proporción, y sobre ella unas macizas pesas que exhiben números en la parte central.

Otra pequeña mesa sobre la cual se muestra una romana que parece la esfera de un reloj. Esta esfera descansa sobre una palangana de su oficio y en ella desmayadas las cadenas pensil de los objetos a pesarse. Su blanca esfera presenta los números del cero al nueve.
Cuánto pesa, cuánto vale.

jueves, 10 de enero de 2013

Torneo de tenis parvulista - Bodegones de Carlos Mercado

Esta vez la mañana acogía a todos con claridad, brillante y calurosa. Los predios de las canchas se ofrendaban florecidos de inquietos niños. En el campo de juego estaban sembradas las parejas practicando sus destrezas. Entre los niños tenistas se veían los pro dando indicaciones y atisbando consejos. El vocerío acentuaba la algarabía y semejaban gorjeos de bandadas de ruiseñores. Muchos padres y madres cargando los bultos y demás pertenencias de los cachorros con bolsos para guardar meriendas, agua y refrescos.

Las superficies sólidas pintadas de verdes chispeaban de sol. Varias parejas desarrollaban sus juegos. Lucían capacitados y con dominio del deporte. Los padres y demás espectadores aplaudían los aciertos. Habían niños y niñas que enojados y desilusionados por alguna jugada perdedora, lanzaban sus raquetas contra el piso.

Había una atmósfera de movimiento, un hormigueo de muchedumbre expuesta al sol y bajo los cobertizos: oficiales del evento, padres y madres y los párvulos nerviosos esperando turnos. Bolas que saltaban por el aire y los pájaros negros que crascitaban de los árboles a las verjas. Sobre todo, el rítmico golpe de las raquetas.

Me impresionó un pequeñuelo que lanzaba la bola donde quería, con asombrosa precisión y, acumulaba puntos con aparente facilidad. Pregunté por el padre y me señalaron a una joven pareja sentados bajo el cobertizo. Me informaron por la pasión que su pequeño vástago sentía por el deporte del tenis. la madre era profesora de alumnos de enseñanza especial y, el padre se desempeñaba como conserje en la misma institución.

Me ocupé de ir hasta la mesa de inscripción donde ofrecían el itinerario de los juegos para los demás días. Allí se extendía una mesa rectangular cubierta por una sábana blanca y sobre ella, las pilas de panfletos y documentos de inscripciones. Una estatuilla de un zagal jugador de tenis. A la derecha, frente a las personas que permanecíamos cercanas a la mesa, se destacaba una impresionante columna en forma piramidal, de bolas de tenis de color verdoso - fosforescentes, rodeadas en primera instancia, de una porción reticular que sostenía su estructura apretada para que ninguna bola pudiera correrse. En segundo orden, se había creado una pared alrededor de la base, compuesta de raquetas colocadas de canto y unidas por los mangos, unos sobre otros mediante una fina pita que los enlazaba. Las bolas todas de diferentes marcas : Wilson, Prince, Penn, Dunlop, Tretorn y en la cúspide, una bola color de rosa.

miércoles, 2 de enero de 2013

Metodología de los Bodegones

11.1 Bodegones:

        Es un nuevo género literario inspirado en los bodegones pictóricos del pintor puertorriqueño Carlos Mercado. Pero llevado a la literatura por el escritor lareño del mismo nombre.

11.1.2 Bodegones de Carlos Mercado:

          Se llaman con este nombre, los escritos donde se trabaja una especie de estampa, que expresa la pintura en prosa de un bodegón exhibiéndose en algún lugar.

11.1.3 Características:

         A) El lugar donde se presenta el bodegón es inusitado y, a veces, esotérico.
         B) El objeto o plasticidad que constituye al bodegón no es consuetudinario en los bodegones pintados.
         C) Propone una estructura semántica semejante a un signo de la semiología.
         D) Se aleja del concepto -- naturaleza muerta -- porque su plasticidad entraña vida y es vivificante.

11.1.4) Creatividad :

Busca la originalidad y apuesta a un posterior desarrollo en el pensamiento o idea de quienes advengan en su cultivo.

11.1.5) Naturaleza muerta :

No hay tal cosa como naturaleza muerta de los bodegones.
Cuando en ellos se presenta una fruta partida, donde se ve su interior y, allí se muestran las semillas de su composición, trasciende el mensaje del hálito vital porque dichas semillas representan la potencialidad de la vida. Todos los objetos que le puedan acompañar están ahítos de significación semiótica que se van creando a sí mismo, en cadena semántica infinita.

martes, 4 de diciembre de 2012

Exhibición surrealista - Bodegones de Carlos Mercado

"No hay tal cosa como naturaleza muerta de los bodegones. Cuando en ellos se presenta una fruta partida donde se ve su interior y, allí se muestran las semillas de su estructura, trasciende el mensaje del hálito vital porque dichas semillas representan la potencialidad de la vida. Todos los objetos que le puedan acompañar, están ahítos de significación semiótica que se van creando a sí mismo en cadena semántica infinita."
                                                       ( C. M. G.)


Me dispuse visitar la exposición. Subí los peldaños que van hacia la entrada del edificio. Cuando estuve junto al podio de una de sus columnas, miré hacia afuera para encontrarme con la vida. El cielo entre nubes y claro sol, los pájaros que cruzaban, los árboles dando a aquel ámbito de la ciudad, la ternura de la naturaleza. Vi también, toda aquella plasticidad : cablería eléctrica, los autos y furgones y multitud de objetos como rótulos, ropas exhibidas a la intemperie, para la venta, anuncios pegados a los postes, chapas de refrescos aplastadas por el tránsito; astillas de madera, vidrios de algún foco de auto impactado. Alguna que otra golondrina que anunciaban un verano próximo. Y la muchedumbre que se conducía nerviosa y expedita hacia sus intereses; en fin la vida obrando su fortuna.

Respiré lleno ya de un mundo exterior. Entré al museo, estampé mi firma, entonces caminé por un pasillo y de súbito me encontré frente a los primeros cuadros.
El arte es una dimensión espiritual que agrada y conforta como un dulce sueño.

Inicié la contemplación ordenando la agudeza de la vista. Confortando la disposición emotiva para alcanzar una lógica razonada. Entonces seguí los cuadros, primero disfrutando la impresión general, ésa que inmediatamente después desaparece porque se van descubriendo los detalles. Luego la ponderación de la obra aumenta y la imaginación del artista se hace exquisita. A esa altura, uno ya ha interpretado una buena globalidad de la pintura. Nunca se realiza el estudio de forma acabada. De la Gioconda todavía se siguen descubriendo detalles de su esotérica sonrisa. Hay quien dice que los relojes derretidos de Salvador Dalí, no es cómo el tiempo se estira, sino una negación del mismo. En el ámbito de la literatura como en la pintura, uno de sus valores consiste en que al paso de las épocas estas obras de artes van ganando quilates.

El cuadro que examinaba develaba un libro abierto que a su vez, representa una ventana con las celosías en claro por donde se asoma la existencia de un paisaje de río y árboles.
Pero en el filo de los enrejados estaba escrito un poema cuya primera estrofa se podía leer y los demás versos era una simulación de palimpsestos. de modo que el libro auguraba una ventana abierta hacia el mundo. La estrofa legible expresaba :

                                    La naturaleza
                                    extiende sobre sociedades,
                                    una verde mano
                                    de mágica beneficencia.

En un lugar conveniente, en el salón de la exposición, se destacaba un cajón de madera pulida de color rosado, que sostenía una enorme pipa o cachimba como de cuatro pulgadas de diametro en su redonda bocaza . Contenía una cantidad excepcional de picadura de tabaco y el intenso aroma saturaba el aire. En el redondel de la taza de la gigantesca pipa se asentaban seis pipas de tamaño normal incrustadas en forma invertidas para guardar un equilibrio : boquilla hacia adelante y boquilla hacia atrás. No se podría negar la originalidad y gracia de la conformación artística. Al lado sobre el tope rosado, despedía fulgores un guanín de cacique : disco de oro con exergo taíno. Naturalmente, un custodio armado vigilaba la exposición.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Golosinas del País - Bodegones de Carlos Mercado

Ya se alcanzaba a ver un asomo del mar. Recordé a Barcelona cuando estuve cerca de Montjuí que de entre las montañas se divisaba una planicie azul oscura del Mediterráneo.   También pensé en Barceloneta, un pequeño pueblo de Puerto Rico, porque su nombre es un diminutivo de esa ciudad de Cataluña. En Barceloneta, primero se ven las montañas y después el mar por el derrotero del valle. Igual ocurre con Barcelona, se muestran las elevaciones del Pirineo y luego se descubre el"Mare Nostrum".

Pero al momento apareció el esplendor marino, con sus matices plateados de tan deslumbrante por el fuego del sol. Al acercarnos se revelaban los tonos de azules cielo y verde claro como las pupilas de las mujeres becquerianas. Se aprecia una visión panorámica como si uno bajara en esas alas deportivas que recorren en periplo, mares y ciudades. Uno auscultaba, además del espléndido paisaje de la bahía, con sus aguas prismáticas y serenas, un viejo túnel por donde el antiguo tren atravesaba el precioso litoral. Al sector se le conoce como Juajataka. Aparcamos en un pequeño parque donde se han instalado miraderos para contemplar la dársena.

A la entrada se ven kioscos que ofrecen tentadoras frituras. Se ha improvisado una almoneda de limitada extensión. En ella nos sorprende una esbelta banquilla de bar, de tope redondo, que exhibe una variedad de dulces criollos, sobre un blanco mantelito circular que cubre con exactitud el área circunstante del tope de la banquilla.

Allí apiñados se muestran peces de dulce de guayaba del matiz de la tonsura abacial. Rombos en pilas de dulces de cocos. Pastas de naranja. Turrones níveos, también de cocos. Pirulíes de delgados rectángulos rojos y traslúcidos. Una pitahaya partida en dos mitades que enseña la pulpa de su fruta y las rojas escamas de su corteza. Las golosinas están rodeadas de un collar en que figuran abalorios y cuentas de tiempos aborígenes.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Vino y Cañita - Bodegones de Carlos Mercado

Estamos sentados a la mesa en un ángulo del bar. En ambas caras de las paredes se exhiben carteles de tres culturas diferentes : España, Argentina y Puerto Rico. Aunque el ambiente ha creado una atmósfera de oscuridad suave y azul, que nos recuerda la vieja canción : ( Vas a quemar tus alas mariposita, entre la tenues luces del cabaret... ), los póster se aprecian con claridad, porque hay unas disimuladas bujías de neón que arrojan claridad sobre ellos. Una de las amplias láminas enmarcadas presenta a Carlos Gardel vestido de gaucho, rasgando una guitarra con que se acompaña al cantar. Otra ofrece la orgullosa figura, bien " plantá " de una bailarina gitana del " cante- jondo ". La tercera imagen nos trae al cantor trovador Ramito, vestido a la usanza del campesino boricua, con pava y un gallo de lidia que sujeta con sus dos manos.

De forma alternada se escucha un fondo de música instrumental en tono bajo, pero que se percibe decifrablemente : es el tango Uno cuya música es de Mariano More, pero cuando se vocaliza la letra es de Enrique Santos Discépolo. el mismo autor de Cambalache.

Hemos dejado atrás un grupito de minutos, casi sin darnos cuenta, por el disfrute de la música y las cervezas. Ahora escuchamos a Pasión Vega interpretando " Lunares " Al pasar el momento en que cantaba Pasión, hemos dado al fondo, en el bistro, sobre la multitud de botellas y copas colgantes, con el vistoso rótulo : Bar las Tres Naciones.
Ahora comenzamos a oir " Una mujer en mi vida " de Ramito. El establecimiento está repleto, sin embargo apenas se oye el rumor de las conversaciones.

Hemos distinguido un llamativo tonel de roble barnizado, circundado de seis cinturones de acero que juntan apretadamente los tablones que lo conforman. En el tope circular reposa un vaso o vasija, campaniforme, de mediana altura, tiene rayas alrededor que guardan un equilibrio de espacio. Esta vasija rezuma una presencia de siglos, posiblemente griega del neolítico helénico. No tiene asas, es estructuralmente una fiala. Han colocado dentro de ella, tres botellas : una Rioja cabernet sauvignon, la segunda es Peñaflor malbec. La tercera botella no tiene etiqueta. tampoco trae embocadura sellada. Sólo un corcho puesto a mano en su boquilla. Confunde su color a un cereza de Mendoza, pero no lo es. Es un
"curao " de Pezuela de Lares.
Las tres botellas se abandonan reclinadas al borde de la vasija campaniforme. Rodeadas en el interior de la pieza arqueológica, por un manojo de guayabas que expelen su olor
frutal incofundible. Alrededor del recipiente, en la superficie del tonel, yace una espuela plateada junto a unas boleadas.

martes, 6 de noviembre de 2012

Bodegón de la Gallina - Bodegones de Carlos Mercado

Esta casa de campo que visito, de sencilla y  vetusta arquitectura, está rodeada de árboles.
Se construyó en madera y, ostenta un ancho balcón en escuadra, donde el viento corre y refresca. Sus muebles son sillas y sillones con tope y espaldar elaborados en mimbre.
Cuenta con una hamaca, regalo de doña Elisa, que con la misma devoción que recolectaba el café, confeccionó la prenda para descanso y siesta.
A traves de la barandilla se descubren los hermosos jardines. Al apoyarse sobre el pasamano, vuela la mirada hacia el paisaje montañoso cuyos matices se van graduando en verde, azules y humo. Aquí, entre follaje arbóreo y vegetación arborescente surgen las notas del concierto de los pájaros y pueden divisarse en lo alto, la lechuza planeando sin batir las alas, bajo el cerúleo color del cielo.

En una esquina del balcón en la cual se yerguen unas trinitarias rojas, se destaca una mesa de rústica fabricación. Su tope o superficie escueto, sin ningún paño que cubra su tablado basto. En ella se exhibe una canastilla rectangular de paja y, dentro de ella, una gallina echada empollando sus huevos. Hay también, al pie de la canastilla, bananas maduras. Tendida en la misma plataforma de la mesa, muy cerca de la gallina echada, una destral que sirvió a una comunidad indígena cuya piedra, toba del río, amarrada al corto palo que hace de mango, duerme su impresión secular.

lunes, 5 de noviembre de 2012

El Cemí y el Caíd - Bodegones de Carlos Mercado

Una mesa ornamental sin propósito utilitario hogareño. Desnuda, con hermoso esplendor caoba, puntales torneados, cornisas labradas en antiguos diseños, posiblemente de origen egipcios. Las tapas bajo su tope, trabajadas en relieves, que muestran figuras de camellos en descanso, mujeres sentadas al costado de dunas, donde hay un cazo en brasas y esferas y óvalos de humo. Sobre la falda de estas mujeres, se ven cuencos en los que consumen el condumio. Todas ellas están veladas con el burka. Frente a las féminas un solo hombre, con su brazo derecho alargado hacia el frente, sosteniendo un báculo ceremonial. Es el caíd y las instruye sobre el Islam.

En la superficie radiante, se asienta una generosa dita que luce en remate, unos meandros rojos. Dentro de ella, se asoman distintas frutas, pero descuellan unas pomarrosas de pálida amarillez ( nacen las pomarrosas- pálidas, escondidas, aromosas,- lejos del sol,
como los versos míos : José de Diego ), que se descubren a orilla de los viejos ríos.
También aparece, allí, una piedra de los tiempos de los taínos. Es un cemí y sobre ella, una lagartija con la gaita al aire.