jueves, 17 de abril de 2014

La playuela

Érase un crucero
que no lo era.
Frente a su anclaje perenne,
una dársena fluía
de azul cristalino,
en destellos vivos
de plata encendida'

Sobre su blanca arena
se hundían las huella
de una amable
muchedumbre.

Lo demás, jarcias de aire
en el espacio azul
con soles ardiendo
en las espaldas desnudas.

Las frondas uveras
mecían los coloridos turpiales.
el faro de la colina.
a Ulises el legendario
marcaba espadas de luces
en su navegación hacia Itaka.
En aquel mar que escondía
las islas del caribe
el viento retenía la sinfónicas
cadencias sublimes
de las sirenas odiseacas.

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