¿ Cómo tejen y enhebran
el ramo áureo,
que juega sobre tus espaldas ?
El aura aspira y difunde
por el aire, el aliento
del dorado cabello.
El sol lo enciende en tu busto de ninfa.
Las sombras lo sosiegan
en la tenue luz crepuscular.
Cuando lo apoyas frente a tu cuello,
para cuidarla de tus desplazos súbitos,
en acalorado juego,
parece un rayo de sol
sobre un glaciar de los alpes.
¿ Cómo lo expones entre la multitud,
cuando arribas delicadamente
al fragor de la ciudad ?
Los sueños valen en todas las épocas
y, la anécdota onírica
transfiere al enigma
cierta vitalidad.
Miro tu trenza de oro
y, la atesoro
en un sueño misterioso.
miércoles, 2 de mayo de 2012
martes, 1 de mayo de 2012
" Match Point "
Espero por el punto de gracia.
Estoy sobre el fiel,
con el volumen exacto
suspendido en la equidad.
aunque me bamboleo
como hoja de otoño,
tiro el señuelo
para adueñarme de la presea :
sencillo juego de la tarde.
Empeño mi destreza,
disparo la astucia,
tenso y ágil.
Es el momento relámpago
en que perforo el ánimo
de mi contrario
y, me estremezco de la alegría
con el punto de mi premio.
Estoy sobre el fiel,
con el volumen exacto
suspendido en la equidad.
aunque me bamboleo
como hoja de otoño,
tiro el señuelo
para adueñarme de la presea :
sencillo juego de la tarde.
Empeño mi destreza,
disparo la astucia,
tenso y ágil.
Es el momento relámpago
en que perforo el ánimo
de mi contrario
y, me estremezco de la alegría
con el punto de mi premio.
Tie Brake
Imperiosa y extraña fuerza de la bola.
Impetuosa rompe el espacio graciosa.
Establece punto tenaz,
punto emotivo.
Estas carreras, de un ángulo
al otro extremo
y, apresurados estamos
consistentemente.
Batimos el brazo
como si voláramos,
alargado para dar con fuerza.
Ver la bola con impulso de delfín
flotar trémula para picar
cerca de la blanca línea.
Sentir el corazón saltar
con el engarce del pez :
es el punto anhelado,
que nos alegra el entusiasmo.
El sudor empapa nuestras cejas,
empaña la visión.
El cuerpo siente el fuego de la temperatura;
el alma invadida por la soberbia
del triunfador.
Apretamos la raqueta,
lanzamos la mirada sobre la malla,
captamos una silueta
en un punto de la cancha.
Nuestro pensamiento, nuestro vuelo,
la devolución,
el golpe de revés
y, estalla la fosforescencia
del punto número Siete !
Impetuosa rompe el espacio graciosa.
Establece punto tenaz,
punto emotivo.
Estas carreras, de un ángulo
al otro extremo
y, apresurados estamos
consistentemente.
Batimos el brazo
como si voláramos,
alargado para dar con fuerza.
Ver la bola con impulso de delfín
flotar trémula para picar
cerca de la blanca línea.
Sentir el corazón saltar
con el engarce del pez :
es el punto anhelado,
que nos alegra el entusiasmo.
El sudor empapa nuestras cejas,
empaña la visión.
El cuerpo siente el fuego de la temperatura;
el alma invadida por la soberbia
del triunfador.
Apretamos la raqueta,
lanzamos la mirada sobre la malla,
captamos una silueta
en un punto de la cancha.
Nuestro pensamiento, nuestro vuelo,
la devolución,
el golpe de revés
y, estalla la fosforescencia
del punto número Siete !
Corsario del tenis
A veces, pienso
que la cancha
es mi barco aventurero.
Un barco henchido de velas.
Que soy el filibustero
de las olas.
Que las bolas,
son peregrinos
proyectiles
retráctiles.
Que la red
es un trasmallo
que apresa mis osadas embestidas.
que la cancha
es mi barco aventurero.
Un barco henchido de velas.
Que soy el filibustero
de las olas.
Que las bolas,
son peregrinos
proyectiles
retráctiles.
Que la red
es un trasmallo
que apresa mis osadas embestidas.
Tapiz del tenis
" De colores ". Colores marrones,
colores zarcos, colores telúricos.
Verde pátina, verde esmeralda.
Recién coloreadas,
lucen como piezas de hoteles.
En el fondo son orquídeas
de pétalos exquisitamente abiertos.
Así de suave y dulce,
pero templada como el esmalte
de una espada.
Como la flor de la orquídea.
Saltamos por los pueblos
y las encontramos, de pronto,
mustias.
La luz de su piel
apagada como vestigio
de un castillo en escombros.
Como muro medieval caído.
Con cicatrices y diviesos,
una venda reticular,
raída sobre su dolida frente.
Empero otras estallan
de esplendor.
Con la red tapiz tejido alborado.
El sol sobre ella,
crea el cáliz de oro,
que escanciará el vino
de la alegría.
Colores, luces para la vista,
exquisitez para los sentidos.
Colores cruzados siempre
de cintas blancas
y terso mandil.
colores zarcos, colores telúricos.
Verde pátina, verde esmeralda.
Recién coloreadas,
lucen como piezas de hoteles.
En el fondo son orquídeas
de pétalos exquisitamente abiertos.
Así de suave y dulce,
pero templada como el esmalte
de una espada.
Como la flor de la orquídea.
Saltamos por los pueblos
y las encontramos, de pronto,
mustias.
La luz de su piel
apagada como vestigio
de un castillo en escombros.
Como muro medieval caído.
Con cicatrices y diviesos,
una venda reticular,
raída sobre su dolida frente.
Empero otras estallan
de esplendor.
Con la red tapiz tejido alborado.
El sol sobre ella,
crea el cáliz de oro,
que escanciará el vino
de la alegría.
Colores, luces para la vista,
exquisitez para los sentidos.
Colores cruzados siempre
de cintas blancas
y terso mandil.
Grands Land
A través del mágico vidrio hogareño,
las imágenes en la familiar pantalla,
pulsa nuestras emociones.
Crean la ilusión
de estar dentro de la concurrencia.
La iridiscencia deslumbra
en el ámbito pintoresco :
puede ofrecerse la arcilla
( ladrillesca superficie )
de la Francia glamorosa,
donde el tenista se desliza
con gracioso gesto de esquí.
Las bolas fosforescentes
se mancillan con el grumo
del dúctil barro.
Así el atuendo sella
en sus telas,
una flor de tierra,
distintivo de lucha
y huella galés.
El tiempo, caballo de pica,
parece no doblegar el brío
y en la aridez el esplendor solar
se anega en las aguas
de sus cuerpos.
Nos regalan las cámaras
la visión panorámica
de una fanaticada ilusionada.
De una multitud estallada
de júbilo,
de unas gradas pletóricas
de aplausos, colores, sombrillas
y, gestos de encendidas sonrisas.
las imágenes en la familiar pantalla,
pulsa nuestras emociones.
Crean la ilusión
de estar dentro de la concurrencia.
La iridiscencia deslumbra
en el ámbito pintoresco :
puede ofrecerse la arcilla
( ladrillesca superficie )
de la Francia glamorosa,
donde el tenista se desliza
con gracioso gesto de esquí.
Las bolas fosforescentes
se mancillan con el grumo
del dúctil barro.
Así el atuendo sella
en sus telas,
una flor de tierra,
distintivo de lucha
y huella galés.
El tiempo, caballo de pica,
parece no doblegar el brío
y en la aridez el esplendor solar
se anega en las aguas
de sus cuerpos.
Nos regalan las cámaras
la visión panorámica
de una fanaticada ilusionada.
De una multitud estallada
de júbilo,
de unas gradas pletóricas
de aplausos, colores, sombrillas
y, gestos de encendidas sonrisas.
Ventaja
Me encuentro en cuarenta.
Esta fuerte unidad de cuatro,
echa sobre mi raqueta,
presagio de la victoria.
ventaja le decimos,
advantage, en inglés,
avantage, en francés.
Como la luna
es embustera,
esta cifra de cuarenta
que sólo ostenta
tres puntos
en su registro.
Es momento de nervios tensos
y, vigila uno, los envíos,
buscando vulnerabilidad
en ciertas zonas.
Asoma la esperanza,
se alarga el boleo,
se estanca el progreso.
Estamos inmerso
en la batalla :
un silencio recorre el campo.
Sólo se escucha
el viento y los batanes
de don Quijote,
escenificados por raquetas.
En la suerte de un error
alcanzamos de nuevo
la ventaja.
Nos empapa el rocío
de soles.
Nos abrasa las llamas
del esfuerzo.
Siente uno, en contraste,
un frío en los tobillos.
Controlamos la defensiva,
afinamos la ofensiva
buscando la pureza del juego,
que nos traiga en la red,
el pez dorado.
Esta fuerte unidad de cuatro,
echa sobre mi raqueta,
presagio de la victoria.
ventaja le decimos,
advantage, en inglés,
avantage, en francés.
Como la luna
es embustera,
esta cifra de cuarenta
que sólo ostenta
tres puntos
en su registro.
Es momento de nervios tensos
y, vigila uno, los envíos,
buscando vulnerabilidad
en ciertas zonas.
Asoma la esperanza,
se alarga el boleo,
se estanca el progreso.
Estamos inmerso
en la batalla :
un silencio recorre el campo.
Sólo se escucha
el viento y los batanes
de don Quijote,
escenificados por raquetas.
En la suerte de un error
alcanzamos de nuevo
la ventaja.
Nos empapa el rocío
de soles.
Nos abrasa las llamas
del esfuerzo.
Siente uno, en contraste,
un frío en los tobillos.
Controlamos la defensiva,
afinamos la ofensiva
buscando la pureza del juego,
que nos traiga en la red,
el pez dorado.
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