miércoles, 21 de marzo de 2012

El juego de los pitirres

A nuestra cancha
la guardan los árboles.
En ellos habitan las aves;
Pero sólo los pitirres juegan.
Cuando desvanece el crepúsculo,
se encienden los faroles.
Entonces aparecen los insectos
a tomar baños de luz.
Su vuelo en tirabuzón,
alrededor de los faroles,
dificulta su captura.
Los pitirres se desprenden
de las ramas
y en aéreas maniobras,
esquivando el celaje de la bola
cazan en el pico
el coleóptero dorado.
A veces, dos aguerridas avecillas;
como pequeñas naves motorizadas,
surcan en hondonadas la cancha.
A una se le escapa el insecto,
la otra zampa en su pico
la presa volátil.
Con los golpes de raquetas
se escucha el batir de las alas,
como frenéticos aplausos
por nuestras jugadas.

Deuce

No era bueno el sol
de las once de la mañana.
A esa hora amarilla
me tocó jugar.
A mi edad el sol
traspasa y desvanece.
La cancha estaba
verde y bronce.
El oro de la bola
trazaba arco iris
con sus destellos
de velocidad.
El encintado de la raqueta
comenzaba a abrir su grifo
y, la mano palpaba el surtidero.
Los puntos escapaban,
la tenacidad los rescataba,
pero nunca alcanzaba ventaja.
¿ Será la equidad una ventaja ?
El combate entraña
una lucha voraz y feroz;
nos hace sentir la vida.
Pensé subir a la malla.
Cambié una bola número uno,
por otra número tres.
El albur trajo mi suerte.
Golpes de frente,
golpes de revés.
Entonces caminé en llamas
y sobre la red, estreché una mano
exánime con una espada de sol
en el corazón.

Torneo

Hoy arden colores en la cancha.
Al costado, frente a las gradas,
una trulla de entusiastas
muchachas.
Llevan faldillas anaranjadas,
blusas blancas sin manguillas,
muy cortas que dejan al aire
el sello umbilical.
Están inquietas, atronan
el ámbito con sus gritos.
Agitan globos púrpuras de fieltro
erizados.
Una de ellas luce
una fez de penacho escarlata.
Se enarbolan banderines
que tremolan con los puntos
de los nuestros.
La percusión de los varones,
ritma la música movida,
mientras la fanaticada,
golpea las palmas
al son de las notas.
Pero este barullo
se desata al cabo de los puntos.
Por lo demás, el silencio
es absoluto.
Los nuestros concentran
en sus estrategias.
Al final, la eclosión
esparce sus ondas.
Los colores se agitan encendidos,
por nuestra gran victoria.

Canchas desoladas

Llegué al pueblo
en la soleada mañana.
En mi auto, los tenis,
las bolas y raqueta.
Conduje apresurado
para realizar la encomienda,
vestido de domingo.
Bajo aquella ropa,
me incomodaba un corto
pantaloncito.
Estuve en la cancha.
Eran varias las superficies,
pero mostraban resquebrajaduras
y entre ellas, un escozor de hierbas
asomaban sus codos peludos
como extraños seres,
que se apresuraban a emerger
del fondo del planeta.
El sol deslumbraba el solado.
El retículo henchido
con el soplo
de la brisa,
era una vela abandonada.
Recordaban, aquella estancia
tenística, las mesas con utencilios
y cubiertos,
manteles y servilletas,
pero sin alimentos y comensales;
un refectorio a la espera
de los invitados.
Una inquietud invadía mis sentidos.
Un deseo de jugar arañaba
en mi ansiedad,
y la paz,
y el silencio
alargaban el tiempo
y me infligían la derrota.

martes, 20 de marzo de 2012

Tenis lunar

Ahora los fiebrú dicen que la luna
es una bola de tenis,
lanzada al poniente
por el duro servicio del tiempo.
Dicen también,
que en sideral boleo
se suspendía
por encima de una
malla de nubes
pronta a caer
encendida de fosforescencia
sobre la cancha azul,
en dejadita sorprendente.
Y hasta creen que retrocede
temblando en el espacio,
porque mueven sus cabezas
localizándola en puntos
distintos :
más grande, cuando cerca,
más chica, cuando lejos.

Cuando el corvo brazo
gris de la montaña,
azota la bola de tenis lunar,
destella los haces
veloces de su vibración.
Pasa sobre la red
del temprano pescador,
el negro remo pega fuerte,
enviándola sobre la cancha
marina, a los arrozales
del oriente.

Oda al Tenis

Bola vegetal, con brillo de estrella.
Palpitas de un lado, palpitas de otro.
Por encima de una red de pescador,
hacia unos puntos destinada.
Te hundes como en el mar,
de picada, como la gaviota.
Emerges con delicioso punto, desvanecida,
bola, lampo fosforescente.
Verás la raqueta como enemiga.
Nosotros la queremos como aliada.
Cuando ella te fustiga,
no nos conmueve,
sólo nos duele que yerres
tu bote en la red, en el césped,
perdamos la ventaja
y nos quiten la victoria.
Tenis juego de caballeros,
y de castas damitas.
Te sueño en las noches
de canchas espléndidas
y me falta la raqueta
o no llevo mis tenis
o en la soledad,
ni un alma se presenta.

En las tardes perezosas de mi pueblo,
en la penumbra de los árboles
jibaritos, con los amigos de bellos corazones,
en la verde cancha me siembro
con malla, raqueta y bolas.

Pasión del tenis

Poemario deportivo

Índice

1era. Parte 15 ------------ 15 poemas

2da.  Parte 30------------- 0 3 poemas

3era. Parte Ventaja------- 0 4 poemas

4ta. Parte Tie Brake------ Prolongado

5ta. Parte Match Point---- 1 poema


Mis comienzos en el tenis : Una bola de tenis, gira en el espacio del tiempo.
Era color marrón, que había sido blanca. La trajo mi hermano mayor a Lares desde Río Piedras. Fue una gran alegría, porque era distinta a las demás bolas. Ese fue mi primer vínculo con la raqueta y la bola aterciopelada. Aunque yo lo jugaba con la palma de la mano a los ocho años. Después cuando tomaba mis créditos de maestría en literatura en la U. P. R., me sentaba a estudiar en los palcos de las viejas canchas de tenis, detrás de la residencia de señoritas. Allí prendió de nuevo mi entusiasmo tenístico en aquellas tardes de calor y fervor. Entonces compré una raqueta de madera y un cilindro de bolas. Con mucho esfuerzo y dedicación aprendí este apasionado deporte: era la década del sesenta. Hoy ya retirado estoy más en la cancha que en mi casa, según dice mi esposa. He escrito un poemario sobre el tenis, titulado: Pasión del Tenis y un libro de cuentos cuyos temas se desarrollan en el ámbito del tenis.