El fregadero ( évier ), [ evjer ], lumínico.
Luce cromado, pero tiene el brillo
de la plata sin lustrar.
Este fregadero no se muestra a la manera
del comercio, donde no tiene alma.
Aquí no se abandona a la soledad;
hay esponjas metálicas
y de gomaespuma.
Se yerguen frascos plásticos
con soluciones químicas para limpieza.
Un pañito tendido a la vera
de su estanque.
Siempre aparece la figura inseparable
que le usa y asea,
que le hace rumorar el agua
que rememora el arroyo o la fontana,
y le articula la percusión
de los cubiertos y los trastos.
Qué pena,
que los desplazados, emigrados y refugiados
de esas tierras en conflagración,
después de chapotear por mares,
llegan a Europa
a pernoctar bajo árboles, puentes y tiendas.
Los fregaderos no acogen sus vidas.
domingo, 20 de septiembre de 2015
jueves, 18 de junio de 2015
Cultura versus barbarismo
La incultura deriva o desemboca en violencia, anarquía e inhumanidad. Sin soslayar los múltiples factores que inciden en el nacimiento y desarrollo de la conducta bárbara, lo medular y cierto es que el abandono de una elaboración educativa, por parte del individuo que la inicia, lo enfila y moldea luego, al analfabetismo cultural y de ahí, al anquilosamiento de sus sensibilidades, donde donde se convierte en sujeto destructor de la paz ciudadana y, un mega--peligro para la sociedad.
Los grandes valores de la sociedad universal, en los campos del arte, la ciencia, la economía, la sociología, la religión y la tecnología, en su acercamiento desde lo sencillo a lo complicado, procura infaliblemente humanizar al individuo. Una persona humanizada a través de estos valores universales, desarrolla en su conciencia, elementos que pugnan con vehemencia frente a las intenciones de malignidad, por más atractivas y seductoras que se presenten.
Cómo se mantendrán, los jóvenes, en el proceso educativo y de qué forma se allegarán a esta gestión educacional, los que evadieron estos rumbos, es otro tema a enfrentar. Lo cierto es que el respeto por el prójimo, por la humanidad, se irá fortaleciendo en la medida en que los jóvenes transcurran el proceso educativo.
Las artes y los inventos fueron el motor del mundo. Ellos simplemente, eran acicate de los sueños del hombre. El hombre que no sueña no entra en el camino de alcanzar lo soñado. Pasa las ocasiones urdiendo actos de adversidad. En aquel tiempo, se observaban cuadros, se contemplaban catedrales, se examinaban estatuas, se leían poemas. Porque en las artes el creador mueve al contemplador o catador y estos a sus inmediatos y se promueve una concatenación arrobada y agradecida. En el agradecimiento crece el respeto a lo individual y a lo colectivo.
En Argentina un buen sociólogo comenzó a leerle poemas a los confinados, una vez por semana. Al tiempo breve, los presos sugirieron dos veces en semana. Al final del experimento, redacta la noticia, se operaron cambios positivos en la conducta de los cautivos. Aún hoy, nosotros nos admiramos con las maravillosas vasijas de los aborígenes, con sus dibujos, petroglifos y demás maravillosos objetos del arte.
Esos artistas indígenas abrieron sus secretos de vida y cotidianidad a estas generaciones y las venideras. El arte y la cultura en general, puede evitar el impacto detrimental en nuestro país del detritus social, que de alguna forma hemos ayudado a prosperar.
Los grandes valores de la sociedad universal, en los campos del arte, la ciencia, la economía, la sociología, la religión y la tecnología, en su acercamiento desde lo sencillo a lo complicado, procura infaliblemente humanizar al individuo. Una persona humanizada a través de estos valores universales, desarrolla en su conciencia, elementos que pugnan con vehemencia frente a las intenciones de malignidad, por más atractivas y seductoras que se presenten.
Cómo se mantendrán, los jóvenes, en el proceso educativo y de qué forma se allegarán a esta gestión educacional, los que evadieron estos rumbos, es otro tema a enfrentar. Lo cierto es que el respeto por el prójimo, por la humanidad, se irá fortaleciendo en la medida en que los jóvenes transcurran el proceso educativo.
Las artes y los inventos fueron el motor del mundo. Ellos simplemente, eran acicate de los sueños del hombre. El hombre que no sueña no entra en el camino de alcanzar lo soñado. Pasa las ocasiones urdiendo actos de adversidad. En aquel tiempo, se observaban cuadros, se contemplaban catedrales, se examinaban estatuas, se leían poemas. Porque en las artes el creador mueve al contemplador o catador y estos a sus inmediatos y se promueve una concatenación arrobada y agradecida. En el agradecimiento crece el respeto a lo individual y a lo colectivo.
En Argentina un buen sociólogo comenzó a leerle poemas a los confinados, una vez por semana. Al tiempo breve, los presos sugirieron dos veces en semana. Al final del experimento, redacta la noticia, se operaron cambios positivos en la conducta de los cautivos. Aún hoy, nosotros nos admiramos con las maravillosas vasijas de los aborígenes, con sus dibujos, petroglifos y demás maravillosos objetos del arte.
Esos artistas indígenas abrieron sus secretos de vida y cotidianidad a estas generaciones y las venideras. El arte y la cultura en general, puede evitar el impacto detrimental en nuestro país del detritus social, que de alguna forma hemos ayudado a prosperar.
martes, 9 de junio de 2015
¿ Realidad o fantasía ?
He escuchado este monólogo.
-- Tuve que preguntarle, a lo largo de los años, si él había asistido a un casamiento o a la compra de una negrita esclava.
-- Sí porque me levanto a las 6:30 a.m. Comienzo a preparar el desayuno. Después barro la casa, recojo las camas y echo las sábanas y fundas en la lavadora, conjuntamente con otras ropas de mis amados. Le paso un pañito a los muebles : mesas, sillas , televisores, retratos y cuadros. En mi caso, no pongo salsa ni pachanga, pero escucho El amor brujo,
o Noches en los jardines de España, de Manuel de Falla. También lustro los cristales de los ventanales, pero no todos los días. Cuando me toca pasar estropajo a la casa, esta actividad de limpieza se suma a todas las demás en el orden del día. A eso de las 11:00 a.m. ya estoy en la cocina confeccionando el almuerzo de medio día. Soy de las que inmediatamente, al concluir la comida, salto a fregar, no soporto trastos en el fregadero.
A las tres hay café y merienda, es nuestra costumbre. No ha pasado mucho tiempo, cuando ya estoy de vuelta en cocina, para la cena de la tarde. Huf! Cómo cansa ser esposa de un puertorriqueño.
-- A veces pienso que si estuviéramos desahogado financieramente, contrataba una mucama para que me dé una mano y, de paso le dé a oler la muguruza a mi marido, pues encontraría un poco de aliento.
-- Al caer la noche, él se arrima a mi lado y mete sus dedos en mi cabello y comienza a rascarme la cabeza como el que espulga piojos. Yo me quedo casi dormida, pero pronto noto que ha comenzado a hacerme una mamografía. Después cuando ha navegado sobre mi cuerpo, cae exhausto y ronca. Yo aprovecho, voy a la ducha y luego en la sala, disfruto de dos horas de lectura. De fondo oigo Le sacre du printemps, de Igor Stravisky, mientras leo Los pilares de la tierra de Ken Follet.
Comento sobre este monólogo:
El sagrado amor que los hijos depositan en el noble recuerdo de las madres, se sustenta, entre otros motivos, por el intenso volumen de esfuerzos que ellas descargan en el trayecto de sus crianza.
-- Tuve que preguntarle, a lo largo de los años, si él había asistido a un casamiento o a la compra de una negrita esclava.
-- Sí porque me levanto a las 6:30 a.m. Comienzo a preparar el desayuno. Después barro la casa, recojo las camas y echo las sábanas y fundas en la lavadora, conjuntamente con otras ropas de mis amados. Le paso un pañito a los muebles : mesas, sillas , televisores, retratos y cuadros. En mi caso, no pongo salsa ni pachanga, pero escucho El amor brujo,
o Noches en los jardines de España, de Manuel de Falla. También lustro los cristales de los ventanales, pero no todos los días. Cuando me toca pasar estropajo a la casa, esta actividad de limpieza se suma a todas las demás en el orden del día. A eso de las 11:00 a.m. ya estoy en la cocina confeccionando el almuerzo de medio día. Soy de las que inmediatamente, al concluir la comida, salto a fregar, no soporto trastos en el fregadero.
A las tres hay café y merienda, es nuestra costumbre. No ha pasado mucho tiempo, cuando ya estoy de vuelta en cocina, para la cena de la tarde. Huf! Cómo cansa ser esposa de un puertorriqueño.
-- A veces pienso que si estuviéramos desahogado financieramente, contrataba una mucama para que me dé una mano y, de paso le dé a oler la muguruza a mi marido, pues encontraría un poco de aliento.
-- Al caer la noche, él se arrima a mi lado y mete sus dedos en mi cabello y comienza a rascarme la cabeza como el que espulga piojos. Yo me quedo casi dormida, pero pronto noto que ha comenzado a hacerme una mamografía. Después cuando ha navegado sobre mi cuerpo, cae exhausto y ronca. Yo aprovecho, voy a la ducha y luego en la sala, disfruto de dos horas de lectura. De fondo oigo Le sacre du printemps, de Igor Stravisky, mientras leo Los pilares de la tierra de Ken Follet.
Comento sobre este monólogo:
El sagrado amor que los hijos depositan en el noble recuerdo de las madres, se sustenta, entre otros motivos, por el intenso volumen de esfuerzos que ellas descargan en el trayecto de sus crianza.
jueves, 4 de junio de 2015
Poesía en French Open Tennis 2015
Los ojos verdes de Safarova
no tienen mar ni reflejan lago;
en ellos se asientan las hojas
de los montes criollos.
Los ojos verdes de Safarova
no deslumbran como esmeraldas
ni arden en lumbre de estrellas;
sino que evocan las cintas
que cruzan a los cromáticos
papeles de los presentes.
Los ojos verdes de Safarova
no brillan en color de esperanza
ni llevan en su fulgor
la luz verde de las pasiones
de don Juan;
pero proyectan la sombra
de las fuentes de atardeceres
cuando sus aguas
caen desvanecidas
al regazo acuífero asombradas.
no tienen mar ni reflejan lago;
en ellos se asientan las hojas
de los montes criollos.
Los ojos verdes de Safarova
no deslumbran como esmeraldas
ni arden en lumbre de estrellas;
sino que evocan las cintas
que cruzan a los cromáticos
papeles de los presentes.
Los ojos verdes de Safarova
no brillan en color de esperanza
ni llevan en su fulgor
la luz verde de las pasiones
de don Juan;
pero proyectan la sombra
de las fuentes de atardeceres
cuando sus aguas
caen desvanecidas
al regazo acuífero asombradas.
domingo, 31 de mayo de 2015
Jerusalén
Jerusalén :
semeja un gigantesco cementerio
antiguo y vestigial.
Ningún féretro viene a yacer.
Los árboles pétreos
vigilan el paso del simún.
El cielo sin nubes, kipa celeste
para la raza de David;
azul lienzo, para moros.
El viento pasa entre las piedras
y edificaciones marmóreas
dejando un rumor de soledad.
El sol enciende los guijarros
y oscurece el rostro de palestinas,
que miran los olivos del este.
Piensan en rancias generaciones,
cuyos espíritus flotan en el viento
como nubes terreras,
que aman con sus almas,
la eterna patria invadida.
Domo de la Roca, de oro luminiscente,
el cimborio toma la luz de las arenas
y, el matiz de las estrellas.
Un manso asno camina
para el Santo Sepulcro,
pero se pierde por los recovecos
con paso torpe de papanatas,
rumiando vetusta pereza
entre muros, calzadas y peldaños.
Hubo un tiempo, que de una alberca,
un ángel movía sus aguas,
el primero en lanzarse,
limpiaba sus padecimientos.
¿ Acaso, entre las tobas seculares,
se descubrirán monedas de cambistas
o de César ?
Moshe Dayan, oteaba
con un ojo solitario desde el desierto
hasta Jerusalén.
Yasser Arafat mudaba su piel,
pero su designio era medular :
la paz con Palestina estado.
Cisjordania escuchará
palabras terrenales y palabras celestiales.
Del Monte de los Olivos,
se esparce un cántico ecléctico,
que dulcemente enlaza
a occidente, musulmanes y semíticos.
Una melodía angélica,
con resonancias de aguas jordánicas,
de suaves tonos y trémulos compases.
Música evocadora de Escipiones,
con percusiones de cascos resonantes
de corceles.
Memoriales de los Magos tras la estrella,
un arrullo de nanas en olores
de pienso y freza.
Un sentido lamento en la noche mágica :
" Jerusalén, Jerusalén
cuántas veces
quise abrigarte bajo el ala
como a los polluelos ".
semeja un gigantesco cementerio
antiguo y vestigial.
Ningún féretro viene a yacer.
Los árboles pétreos
vigilan el paso del simún.
El cielo sin nubes, kipa celeste
para la raza de David;
azul lienzo, para moros.
El viento pasa entre las piedras
y edificaciones marmóreas
dejando un rumor de soledad.
El sol enciende los guijarros
y oscurece el rostro de palestinas,
que miran los olivos del este.
Piensan en rancias generaciones,
cuyos espíritus flotan en el viento
como nubes terreras,
que aman con sus almas,
la eterna patria invadida.
Domo de la Roca, de oro luminiscente,
el cimborio toma la luz de las arenas
y, el matiz de las estrellas.
Un manso asno camina
para el Santo Sepulcro,
pero se pierde por los recovecos
con paso torpe de papanatas,
rumiando vetusta pereza
entre muros, calzadas y peldaños.
Hubo un tiempo, que de una alberca,
un ángel movía sus aguas,
el primero en lanzarse,
limpiaba sus padecimientos.
¿ Acaso, entre las tobas seculares,
se descubrirán monedas de cambistas
o de César ?
Moshe Dayan, oteaba
con un ojo solitario desde el desierto
hasta Jerusalén.
Yasser Arafat mudaba su piel,
pero su designio era medular :
la paz con Palestina estado.
Cisjordania escuchará
palabras terrenales y palabras celestiales.
Del Monte de los Olivos,
se esparce un cántico ecléctico,
que dulcemente enlaza
a occidente, musulmanes y semíticos.
Una melodía angélica,
con resonancias de aguas jordánicas,
de suaves tonos y trémulos compases.
Música evocadora de Escipiones,
con percusiones de cascos resonantes
de corceles.
Memoriales de los Magos tras la estrella,
un arrullo de nanas en olores
de pienso y freza.
Un sentido lamento en la noche mágica :
" Jerusalén, Jerusalén
cuántas veces
quise abrigarte bajo el ala
como a los polluelos ".
sábado, 23 de mayo de 2015
Con apariencia de inverosimilitud
No sé cómo me enteré. O para decirlo mejor, lo comprendí de unas líneas inofensivas y efímeras, que perdidas en un texto, pretendían desarrollar una información que no concluyeron.
" E. I. prepara ofensiva en territorio de Estados Unidos..."
Después un agente de inteligencia yanqui lo difundió en un rotativo turco. Que la prensa de Ankara tampoco destacó. Noam Schonski, el eminente semiólogo y filósofo norteamericano sí lo ponderó y comentó : " ... son tropas que por únicos distintivos ostentan una cinta negra en su brazo y, un paño oscuro que tapa su rostro."
De la información del agente se desprende, que se desplazarán con estrategia de guerrilleros urbanos. Porque saben que el ejército americano no lanzará bombas sobre sus propios ciudadanos.
" E. I. prepara ofensiva en territorio de Estados Unidos..."
Después un agente de inteligencia yanqui lo difundió en un rotativo turco. Que la prensa de Ankara tampoco destacó. Noam Schonski, el eminente semiólogo y filósofo norteamericano sí lo ponderó y comentó : " ... son tropas que por únicos distintivos ostentan una cinta negra en su brazo y, un paño oscuro que tapa su rostro."
De la información del agente se desprende, que se desplazarán con estrategia de guerrilleros urbanos. Porque saben que el ejército americano no lanzará bombas sobre sus propios ciudadanos.
lunes, 18 de mayo de 2015
Perturbaciones de sonoridad a través de las épocas
Hay ruidos que recuerdan otros ruidos de lejanas resonancias; las chácharas y ramificaciones de estas voces, me rememoran aquellas tumultuosas conversaciones. Hoy la antigua sonoridad envuelta en el silencio del pasado, estremece.
En el siglo XV11 mientras caminaban en el aura del silencio y, la apacible noche los cobijaba, a don Quijote y Sancho los sobresaltó unos ruidos que al escudero lo atemorizó y al de la Triste Figura lo sacó de la serenidad de la noche y lo aguijoneó en inquietud y arrojo:
" ... comenzaron a caminar por el prado arriba a tiento, porque la oscuridad de la noche no les dejaba ver cosa alguna : mas no hubieron andado doscientos pasos, cuando llegó a sus oídos un grande ruido de agua, como de algunos grande y levantados riscos se despeñaba. ... oyeron a deshora otro estruendo, ... oyeron que daban unos golpes a compás con un cierto crujir de hierros y cadenas, acompañado del furioso estruendo del agua. Todo causaba horror y espanto. El agua parece que se despeña y derrumbaba desde los altos montes de la luna, y aquel incesable golpear que nos hiere y lastima los oídos ".
Estos ruidos, golpes, batahola, que acechaban a Sancho y don Quijote, escandalizaron su apacibilidad, con fuerte estrépito y fragor y trajeron al dúo confusión y desasosiego.
Eran, naturalmente, ruidos literarios. Pero entre los personajes y la trama creada, constituyen una realidad artística verosímil.
Eran ruidos de batanes de una rueda hidráulica que en medio de una noche " tan oscura, que no parece en todo el cielo estrella alguna ", infundía miedo y terror. Aunque la circunstancia y la inquietud de don Quijote era distinta, la magnitud de los estruendos también impactaban en el ánimo del hidalgo, porque imaginó que la anomalía arrastraba tras de sí, una ingente aventura que podría precipitar su muerte. Entonces le ordena al escudero que espere tres días y si no regresare, que parta para su aldea y anuncie su fallecimiento y haga llegar el parte a Dulcinea.
...
Eran los primeros años de un nuevo milenio. Época en que el viento era puro y sutil. Su sonido claro se percibía, al rozar con los olivos, como una sonatina de violines.
Se escuchó la estridencia ensordecedora cuando pudimos acercarnos al poblado. Allí vociferaba un gentío : que elevaban sus ofertas y ofrecimientos a vivas voces, sonaban campanillas y cencerros, el conjunto de todas las expresiones de los que pugnaban por imponer sus intenciones comerciales, formaba un exacerbado griterío que hería la paz y tornaba el ambiente en una confusión que desorientaba por momentos. Sacudía la atmósfera los balidos enormes de los bueyes abrasados por el sol, sedientos y hambrientos en espera de otros dueños. Berridos de ovejas, ladridos de perros que nunca faltan en su recorrido donde brotan mercado y la gente lanzan por los suelos desperdicios de condumio. Allí los aleteos de palomas cautivas y los cambistas que se desgañitaban ofreciendo el canje de sus denarios, el trajinar por los adoquines con las babuchas de pieles, las delgadas voces de las mujeres, que pretendían asistir al interior del templo y chocaban en el atrio, con las mesas de almoneda. Jerusalén era en ese momento, un hervidero de estruendo y estropicio de grande ruido. Pero algo ocurrió, que después de las mesas rodar por los guijarros y oírse cuando se blandía los azotes sobre las espaldas de los que comerciaban y, el azuzar de las bestias y corderos que salían desbocadas y se echaban por los cielos las bandadas de rumorosas palomas, Hubo, entonces un silencio que descansó los oídos y sólo se oyó en el ámbito y por el límpido espacio, una voz firme, inconfundible, agradable con sonoridad de justicia y armonía de rapsodia cuya alocución articulaba las siguientes palabras : " No hagáis de la casa de mi padre, casa de mercado : Destruir este templo y, en tres días lo levantaré ".
...
Los gestos son símbolos de los sonidos. Si las películas de antes no hubiesen sido animadas por la música y los instrumentos de percusión, en la salas de los cines, los gestos de actrices y actores hubiesen sido suficiente para poner sonido en la mente del auditorio. Los gestos se dan en los seres, pero también en los objetos. Veamos lo que dice Ramón Gómez de la Serna, en su volumen, El Dr. inverosímil, sobre un par de guantes :
" Nuestros guantes toman , cuando se quedan solos y abandonados, gestos distintos : gestos de orador, un puro gesto de Demóstenes; gesto de pianista que toca; gesto -- cuando caen reunidos por la muñeca y el uno boca arriba y el otro boca abajo -- de preso al que llevan esposado al presidio; pero, generalmente, nos averguenzan tomando una actitud lastimosa de pedir limosnas, sobre todo cuando los ponemos sobre las mesas de los cafés... Los guantes quieren andar, tocar por sí solos, y son manos cersenadas que quieren y no pueden. Los dejaba estirados, aplastados, dormidos como las manos que oran y se juntan sin cruzar sus dedos ".
...
En 1851 el sutil y conciso escritor español, José Martínez Ruiz -- Azorín -- se lamentaba del ruido en aquella callada época :
" A toda hora de día y de noche, se perciben golpazos, gritos, canciones, arrastrar de muebles. Una charla monótona, persistente, uniforme, allá en el corredor, nos impide conciliar el sueño durante horas enteras. Muchas veces hemos pensado que el grado de sensibilidad de un pueblo -- consiguientemente, de civilización -- se puede calcular, entre otras cosas, por la mayor o menor intolerabilidad al ruido.
¿ Cómo tienen sus nervios de duros y remisos estos buenos españoles que en sus casas de las ciudades y en los hoteles toleran las más estrepitosas baraundas, los más agrios y molestos ruidos : gritos de vendedores, estrépito de carros cargados de hierro, charlotes de porteros, pianos campanas, martillos, fonógrafos "?
...
En nuestra era actual, el ruido es el efecto conciso de la crisis mundial.
En todo lugar geográfico se cierne sobre sus habitantes, una convulsión que aterra. No son éstas, las ondas sónicas que rugen, sino el escándalo sordo que producen los acontecimientos del orbe. Los ciudadanos se encuentran amenazados por atropelantes leyes de desahucio. Se produce una conmoción cuando se narran los partes de suicidios que informan de la gente que es echada del hogar con sus hijos y demás familiares, artículos y objetos a la calle, a la intemperie, forzados a permanecer en raso como perros que han sido botados.
En Venezuela los ruidos alcanzaron proporciones de locura, cuando un decreto del presidente Obama estremeció la calma del país. Sorprendió a la Patria Grande y produjo once millones de firmas que se enviarían a Casa Blanca. Así se repudió el abominable aldabonazo. En Libia sacaron a Gadafi de entre una alcantarilla donde se había metido para escapar del enorme ruido que habían armado en su país. Lo abofetearon sobre los oídos para que tomara obligada cuenta de la devastación y entonces lo destruyeron. Hussein andaba como los topos socavando la tierra para evitar el tumulto que impactaba a Irak. Después cuando reclamaba prudencia y libertad para su condición de presidente de una nación, lo levaron a la plaza y frente al gentío, lo ahorcaron.
Aquella tempestad sacudió a Ucrania con un golpe de estado y brotó la sedición entre los aliados pro Rusia a un costo de miles de civiles inocentes.
En Crimea, cuando estalló el barullo lo canalizaron a través de las urnas y anexaron el país a Rusia para acallar sus rigores.
El ruido mundial, esa voluminosa sensación de agitación semejante a un tsunami arrasó en Venezuela, a los inocentes ojos y a través de ellos, los corazones de la gente, que se vio obligada a leer en los diarios la horrible información, tergiversada, recompuesta y montada adrede, con fotografías de otras regiones y otras épocas, de distintos hechos. Eran noticias falsas, engañosas, absurdas, que pretendían acentuar la batahola como efectos dictatoriales del gobierno frente a las guarimbas,
Señores, un ruido recorre Europa y el mundo quebrando como cristales, las almas.
En el siglo XV11 mientras caminaban en el aura del silencio y, la apacible noche los cobijaba, a don Quijote y Sancho los sobresaltó unos ruidos que al escudero lo atemorizó y al de la Triste Figura lo sacó de la serenidad de la noche y lo aguijoneó en inquietud y arrojo:
" ... comenzaron a caminar por el prado arriba a tiento, porque la oscuridad de la noche no les dejaba ver cosa alguna : mas no hubieron andado doscientos pasos, cuando llegó a sus oídos un grande ruido de agua, como de algunos grande y levantados riscos se despeñaba. ... oyeron a deshora otro estruendo, ... oyeron que daban unos golpes a compás con un cierto crujir de hierros y cadenas, acompañado del furioso estruendo del agua. Todo causaba horror y espanto. El agua parece que se despeña y derrumbaba desde los altos montes de la luna, y aquel incesable golpear que nos hiere y lastima los oídos ".
Estos ruidos, golpes, batahola, que acechaban a Sancho y don Quijote, escandalizaron su apacibilidad, con fuerte estrépito y fragor y trajeron al dúo confusión y desasosiego.
Eran, naturalmente, ruidos literarios. Pero entre los personajes y la trama creada, constituyen una realidad artística verosímil.
Eran ruidos de batanes de una rueda hidráulica que en medio de una noche " tan oscura, que no parece en todo el cielo estrella alguna ", infundía miedo y terror. Aunque la circunstancia y la inquietud de don Quijote era distinta, la magnitud de los estruendos también impactaban en el ánimo del hidalgo, porque imaginó que la anomalía arrastraba tras de sí, una ingente aventura que podría precipitar su muerte. Entonces le ordena al escudero que espere tres días y si no regresare, que parta para su aldea y anuncie su fallecimiento y haga llegar el parte a Dulcinea.
...
Eran los primeros años de un nuevo milenio. Época en que el viento era puro y sutil. Su sonido claro se percibía, al rozar con los olivos, como una sonatina de violines.
Se escuchó la estridencia ensordecedora cuando pudimos acercarnos al poblado. Allí vociferaba un gentío : que elevaban sus ofertas y ofrecimientos a vivas voces, sonaban campanillas y cencerros, el conjunto de todas las expresiones de los que pugnaban por imponer sus intenciones comerciales, formaba un exacerbado griterío que hería la paz y tornaba el ambiente en una confusión que desorientaba por momentos. Sacudía la atmósfera los balidos enormes de los bueyes abrasados por el sol, sedientos y hambrientos en espera de otros dueños. Berridos de ovejas, ladridos de perros que nunca faltan en su recorrido donde brotan mercado y la gente lanzan por los suelos desperdicios de condumio. Allí los aleteos de palomas cautivas y los cambistas que se desgañitaban ofreciendo el canje de sus denarios, el trajinar por los adoquines con las babuchas de pieles, las delgadas voces de las mujeres, que pretendían asistir al interior del templo y chocaban en el atrio, con las mesas de almoneda. Jerusalén era en ese momento, un hervidero de estruendo y estropicio de grande ruido. Pero algo ocurrió, que después de las mesas rodar por los guijarros y oírse cuando se blandía los azotes sobre las espaldas de los que comerciaban y, el azuzar de las bestias y corderos que salían desbocadas y se echaban por los cielos las bandadas de rumorosas palomas, Hubo, entonces un silencio que descansó los oídos y sólo se oyó en el ámbito y por el límpido espacio, una voz firme, inconfundible, agradable con sonoridad de justicia y armonía de rapsodia cuya alocución articulaba las siguientes palabras : " No hagáis de la casa de mi padre, casa de mercado : Destruir este templo y, en tres días lo levantaré ".
...
Los gestos son símbolos de los sonidos. Si las películas de antes no hubiesen sido animadas por la música y los instrumentos de percusión, en la salas de los cines, los gestos de actrices y actores hubiesen sido suficiente para poner sonido en la mente del auditorio. Los gestos se dan en los seres, pero también en los objetos. Veamos lo que dice Ramón Gómez de la Serna, en su volumen, El Dr. inverosímil, sobre un par de guantes :
" Nuestros guantes toman , cuando se quedan solos y abandonados, gestos distintos : gestos de orador, un puro gesto de Demóstenes; gesto de pianista que toca; gesto -- cuando caen reunidos por la muñeca y el uno boca arriba y el otro boca abajo -- de preso al que llevan esposado al presidio; pero, generalmente, nos averguenzan tomando una actitud lastimosa de pedir limosnas, sobre todo cuando los ponemos sobre las mesas de los cafés... Los guantes quieren andar, tocar por sí solos, y son manos cersenadas que quieren y no pueden. Los dejaba estirados, aplastados, dormidos como las manos que oran y se juntan sin cruzar sus dedos ".
...
En 1851 el sutil y conciso escritor español, José Martínez Ruiz -- Azorín -- se lamentaba del ruido en aquella callada época :
" A toda hora de día y de noche, se perciben golpazos, gritos, canciones, arrastrar de muebles. Una charla monótona, persistente, uniforme, allá en el corredor, nos impide conciliar el sueño durante horas enteras. Muchas veces hemos pensado que el grado de sensibilidad de un pueblo -- consiguientemente, de civilización -- se puede calcular, entre otras cosas, por la mayor o menor intolerabilidad al ruido.
¿ Cómo tienen sus nervios de duros y remisos estos buenos españoles que en sus casas de las ciudades y en los hoteles toleran las más estrepitosas baraundas, los más agrios y molestos ruidos : gritos de vendedores, estrépito de carros cargados de hierro, charlotes de porteros, pianos campanas, martillos, fonógrafos "?
...
En nuestra era actual, el ruido es el efecto conciso de la crisis mundial.
En todo lugar geográfico se cierne sobre sus habitantes, una convulsión que aterra. No son éstas, las ondas sónicas que rugen, sino el escándalo sordo que producen los acontecimientos del orbe. Los ciudadanos se encuentran amenazados por atropelantes leyes de desahucio. Se produce una conmoción cuando se narran los partes de suicidios que informan de la gente que es echada del hogar con sus hijos y demás familiares, artículos y objetos a la calle, a la intemperie, forzados a permanecer en raso como perros que han sido botados.
En Venezuela los ruidos alcanzaron proporciones de locura, cuando un decreto del presidente Obama estremeció la calma del país. Sorprendió a la Patria Grande y produjo once millones de firmas que se enviarían a Casa Blanca. Así se repudió el abominable aldabonazo. En Libia sacaron a Gadafi de entre una alcantarilla donde se había metido para escapar del enorme ruido que habían armado en su país. Lo abofetearon sobre los oídos para que tomara obligada cuenta de la devastación y entonces lo destruyeron. Hussein andaba como los topos socavando la tierra para evitar el tumulto que impactaba a Irak. Después cuando reclamaba prudencia y libertad para su condición de presidente de una nación, lo levaron a la plaza y frente al gentío, lo ahorcaron.
Aquella tempestad sacudió a Ucrania con un golpe de estado y brotó la sedición entre los aliados pro Rusia a un costo de miles de civiles inocentes.
En Crimea, cuando estalló el barullo lo canalizaron a través de las urnas y anexaron el país a Rusia para acallar sus rigores.
El ruido mundial, esa voluminosa sensación de agitación semejante a un tsunami arrasó en Venezuela, a los inocentes ojos y a través de ellos, los corazones de la gente, que se vio obligada a leer en los diarios la horrible información, tergiversada, recompuesta y montada adrede, con fotografías de otras regiones y otras épocas, de distintos hechos. Eran noticias falsas, engañosas, absurdas, que pretendían acentuar la batahola como efectos dictatoriales del gobierno frente a las guarimbas,
Señores, un ruido recorre Europa y el mundo quebrando como cristales, las almas.
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